República de Trabajadores

EL MUNDO 15/04/13
SANTIAGO GONZÁLEZ

Hay aniversarios que los carga el diablo: se cumplían ayer 82 años de la II República, y el primero del jardazo que se pegó el Rey durante la infausta cacería de elefantes en Botsuana. Antonio Romero declaró con tal motivo que: «El Rey y Urdangarin se han convertido en una fábrica de republicanos».
La misma lógica determinaría que él, en tanto que presidente del comunismo andaluz, se ha convertido en una fábrica de capitalistas. Urdangarin, hijo de una decente familia del PNV, en fábrica de republicanos jacobinos. Y el ministro de Hacienda francés, Jérôme Cahuzac, en fábrica de monárquicos legitimistas que derrocarán la República de Marianne para coronar como Rey a un nieto de Franco.
Seguramente Romero no ha leído al escritor soviético Ilya Ehrenburg, que el 1 de marzo de 1932 publicó un libro implacable, aunque no sin afecto, sobre los 10 meses de República española. El título, España, República de Trabajadores, era una irónica cita del primer artículo de la Constitución recién aprobada. Según escribía el autor de La fábrica de sueños: «No sé cuántos republicanos habría en España en marzo (de 1931). Desde luego, ahora abundan. No hay mejor cosa que la República para que se multipliquen los republicanos…». Pero no parecía esperar gran cosa de ello: «Ahora acaban de proclamar, seguramente por distraerse un poco de su tedio, una ‘República de trabajadores’. ¿No hubiera sido mejor estampar en todos los muros de España esta sentencia: ‘En la vida de todo pueblo hay siglos perdidos’?».
Total, que ayer fue 14 de abril y salió a la calle mucha más gente que otros años, mayormente de IU, pero nos falta práctica, sólo hemos tenido dos breves experiencias republicanas; las dos por fracasos de la Monarquía, sí, pero en ambos casos fue peor el remedio que la enfermedad.
Uno pasó de republicano a monárquico por pragmatismo interesado y porque le convenció Carrillo en el 77: «¿Qué os parece más progresista, la monarquía sueca o una república bananera?». Y todos los comunistas de entonces respondimos como un solo hombre que la sueca, la sueca. Luego fueron pasando los años y muchos llegamos a una conclusión meramente contable: nunca España había vivido 37 años en paz y convivencia democrática. Y eso era un hecho.
Está también la cuestión de la abdicación. No sería justo que el Príncipe se estrenara con el marrón del crédito agotado. Por otra parte, ¿quién sería el presidente? Verstrynge es un parvenu. Por antigüedad está Gª Trevijano, que aspiraba ya mientras cultivaba la amistad y los negocios del dictador guineano Francisco Macías Nguema, tal como le acusó Enrique Múgica en 1975. Y con razón, yo fui testigo.
Por último, entre nosotros no hay costumbre de abdicar. Cándido Méndez tenía este fin de semana una ocasión de oro para predicar con el ejemplo. Es verdad que la Secretaría General de UGT no es aún hereditaria como el comunismo coreano, lástima, pero todo se andará.