Juan Carlos Viloria-El Correo

Ningún gobernante puede sobrevivir políticamente en una crisis como la que vivimos

La canción del Dúo Dinámico se la debe de estar tarareando estos días Pedro Sánchez por los pasillos de Moncloa. Pero con signos de interrogación. ¿Resistiré? Algunas voces le apuntan una opción que se suele articular en los estados cuando están sufriendo una gran amenaza. Se trataría de formar un gobierno de concentración o de unidad nacional con las grandes fuerzas políticas para frenar en lo posible el impacto en la nación de la tormenta perfecta de la que el propio Gobierno está siendo un ingrediente considerable. Ese Ejecutivo de emergencia se dotaría de un presupuesto coyuntural y fijaría un tiempo tasado de actuación antes de llamar al pueblo a las urnas. Zapatero lo hizo a su manera cuando le llegó la factura de la crisis económica. Adelantó elecciones y se retiró de la carrera política.

Sánchez debe hacer una lectura inteligente de la realidad. No tiene mayoría en el Parlamento. Sus apoyos independentistas de la investidura no son fiables. El socio que le acompaña en el Gobierno está dedicado a conservar su clientela electoral por encima de los intereses generales. A pesar de un aparato de propaganda como solo algunos líderes latinoamericanos han disfrutado y de tener de oposición al ejército de Pancho Villa, es imposible que Sánchez pueda hacer de nuevo el milagro de resucitar del panteón socialista como ya logró en una ocasión. Ningún gobernante puede sobrevivir políticamente en medio de una crisis humanitaria como la que padecemos en España. Las reglas de la política, de la democracia, del liderazgo, de la inteligencia emocional de la sociedad no lo permitirán. Puede alargar su agonía. Puede doblarse como el junco que dice la canción, pero no seguirá en pie.

Tiene a su favor, para construir un Gobierno de unidad nacional, que existe un enemigo exterior y ese es un factor que puede unir a la política y a la sociedad. Su insistencia en que estamos en una guerra indica que ya se está trabajando ese marco mental. Pero si en lugar de buscar la unidad y jugarse su carrera política como es inevitable se empeña en huir hacia adelante, serán la calle, la implosión de su partido o la presión europea las que le obliguen a pagar el precio. Cuando la política le pase las facturas de España campeona en infectados, fallecidos, negligencias, morgues, ancianos, imprevisiones, desempleados, gasto descontrolado y déficit astronómico, ¿resistirá? De Gaulle, después de la guerra, formó con comunistas, centristas y gaullistas un Gobierno de unidad nacional. Eran circunstancias excepcionales, pero la gran pandemia también puede considerarse una circunstancia excepcional que requiere medidas excepcionales. Y la oposición no se debe llevar a engaño: no se trata de salvar al soldado Sánchez, sino de salvar al Estado.