ABC 12/12/16
· Es necesaria una acción militar coordinada entre los países que tienen intereses comunes en la pacificación de Siria, la erradicación del Estado Islámico y la estabilidad de Turquía
LA situación de los países musulmanes de Oriente Medio es la principal amenaza para la seguridad internacional, pero las principales potencias mundiales y regionales no parecen dispuestas a intervenir como requiere la gravedad del momento. Los atentados de El Cairo y Estambul de las últimas horas han golpeado a dos países esenciales para la seguridad de Europa. Turquía es miembro de la OTAN, se ha convertido en el gendarme de la inmigración hacia suelo europeo y se enfrenta a dos terrorismos crecientes, el islamista y el kurdo, que representan objetivos distintos pero actúan en un escenario compartido. En Egipto, el terrorismo islamista, después de matar a varios policías en una comisaría, reventó con explosivos una catedral cristiana copta ayer domingo, asesinando a 25 fieles. La persecución de los cristianos se ha convertido en el nuevo genocidio del siglo XXI, con una voluntad explícita por los islamistas de todo cuño –sean Estado Islámico, Al Qaida o facciones subordinadas a uno u otro– de no dejar rastro de cristianismo en aquellas tierras. El último número de «Dabiq», la revista oficial de Estado Islámico, alienta el asesinato de cristianos con una portada en la que aparece un terrorista, con una bandera negra del Daesh, que está derribando una cruz. Entre tanto, el Daesh está intentando la reconquista de la ciudad siria de Palmira, aprovechando la concentración de fuerzas rusas y gubernamentales sirias en Alepo. Si el Estado Islámico retoma esta ciudad, el yihadismo terrorista cobrará nuevos estímulos, dentro y fuera de Siria.
Es evidente que falta una acción militar definitiva y coordinada entre los países que, aun no pudiendo llamarse aliados, tienen intereses comunes en la pacificación de Siria, la erradicación del Estado Islámico y la estabilidad de Turquía. La campaña de bombardeos aéreos no es suficiente para derrotar al Daesh. Lo están advirtiendo los principales expertos militares, que siguen insistiendo en la necesidad de ofensivas terrestres a gran escala, aunque su resultado no sea a corto plazo, como está sucediendo en Mosul, aún sitiada por el ejército iraquí y milicias kurdas. La cooperación internacional está siendo mutilada por intereses particulares sobre el futuro de la región, especialmente el de Siria, cuya guerra civil es el fermento que permite a Daesh seguir ocupando buena parte del territorio sirio, desde el que planifica y coordina su terrorismo internacional. Las derrotas del Daesh no son decisivas hasta el momento, aunque su red económica ha sufrido seriamente en los últimos meses, con el consiguiente desánimo de sus seguidores. No basta. Hace falta pasar a una fase más contundente porque las democracias occidentales tienen en riesgo su seguridad para muchas décadas si el Daesh no es derrotado sin paliativos.