La coalición interna del PSOE

ABC 12/12/16
IGNACIO CAMACHO

· El partido necesita recurrir a su fondo de armario porque Sánchez lo dejó descapitalizado de talento y de experiencia

EN política no sirve de nada tener razón si no te la dan. Por eso el gran reto de la actual dirección del PSOE consiste en lograr que sus bases comprendan y aprecien su esfuerzo por estabilizar el partido y devolverlo a la centralidad que había perdido Pedro Sánchez. La gestora está haciendo lo correcto después del doble descalabro electoral: reconstruir una oposición capaz de obtener concesiones sociales de un Gobierno en minoría –¿cuánto ayudó el «no es no» a subir el salario mínimo?– y tratar de definir un nuevo proyecto socialdemócrata en el que la obsesión con Podemos no marque la iniciativa. Pero en buena parte de los afiliados sigue prendida la hoguera de la radicalidad y la convergencia con el extremismo. El discurso negativista de Sánchez, que sólo escondía su ansiedad por ser presidente, ha despojado de identidad al socialismo español. Su única referencia consistía en el odio a la derecha, un sentimiento que siempre rentabilizará mejor la apuesta revanchista de Pablo Iglesias.

La estructura orgánica no va a permitir que el antiguo secretario general vuelva a ser candidato; sin embargo no está claro que su herencia no dificulte la elección del sucesor (o más bien sucesora). La idea de que Javier Fernández y Susana Díaz están propiciando una gran coalición de facto con el PP es falsa pero en la actual política la verdad no puede competir con una mentira sugestiva. Las encuestas internas son todavía favorables a una alternativa rupturista. La operación de retorno a la socialdemocracia y a la tradición de partido de Estado requiere algo más que tiempo; precisa credibilidad y un revulsivo moral que saque a militantes y electores de su desconfianza depresiva.

En esa batalla contra la inmadurez sin sustancia de los dos últimos años, a Díaz y sus partidarios les perjudica la extendida sensación de hallarse bajo la tutela tardofelipista. La querencia frentepopulista de Sánchez ha extendido entre la afiliación un repudio hacia la vieja guardia que lleva el sello de la diatriba podemita. Pero en este momento el PSOE no puede prescindir de la colaboración de su dirigencia histórica. Sobre todo porque el liderazgo del propio Sánchez ha descapitalizado de talento y de experiencia su nomenclatura de primera línea.

La verdadera coalición que puede rescatar de sí mismo al partido es la de los dirigentes con responsabilidad institucional –los Vara, Page, Lambán o la propia Díaz–, algunos diputados de la generación intermedia, tipo Madina, y el amplio fondo de armario de la veteranía política. Hasta Zapatero, dudoso refuerzo, ha sido llamado a cerrar filas. Frente a la contumacia perdedora de Sánchez, el socialismo necesita apelar al capital de éxito depositado en la memoria colectiva. Si eso no funciona se convertirá en una fuerza irrelevante, subsidiaria, que dejaría la alternativa de poder en manos de una distopía neocomunista.