JOSÉ MARÍA ALBERT DE PACO – LIBERTAD DIGITAL – 31/12/16
· Si este individuo es alguien en el gotha nacionalista no es debido a su ímproba labor sindical, sino a que asesinó a Bultó en nombre de Cataluña.
El 9 de mayo de 1977, a primera hora de la tarde, los integrantes de la banda terrorista Ejército Popular Catalán (Época) Carles Sastre, Xavier Barberà y Antoni Messegué irrumpieron en el piso de una hermana del industrial José María Bultó, donde éste se hallaba de visita, y le adosaron una bomba en el pecho con esparadrapo. O al día siguiente aflojaba 500 millones de pesetas o la harían estallar.
Ya en su casa de la calle Casa Mora, en Pedralbes, Bultó se encerró en el baño y trató de despegarse el artefacto. Así dio cuenta La Vanguardia del desenlace:
Aunque no pudimos obtener información de primera mano, personas que estuvieron poco después en el baño [contaron que] el cuerpo del señor Bulto Marqués quedó materialmente destrozado, especialmente tronco y cabeza.
El párrafo anterior ha de ir igualmente adosado a todas y cada una de las menciones de Carles Sastre en la prensa. La última de que tengo constancia se produjo con motivo de su participación en la llamada cumbre por el referéndum, celebrada el pasado día 23 en el Parlamento de Cataluña. El Parlamento, sí: en su desprecio por las instituciones, el nacionalismo catalán no se para en barras, y del mismo modo que el Palau de la Generalitat acogió en noviembre de 2014 las reuniones preparatorias del 9-N, u ofició en julio de 2015 como sede del cónclave de partidos y entidades soberanistas para alcanzar un acuerdo de lista unitaria para el 27-S, y aun albergó en noviembre del mismo año las negociaciones entre JxS, la CUP y ERC para desencallar la investidura, hoy es el Parlamento el que hace las veces de batzoki del procés, al que Sastre se incorporó tras el preceptivo blanqueo en TV3 y Catalunya Ràdio de la mano de Xavier Graset y Mònica Terribas, respectivamente. El primero, recordemos, presentó al terrorista (al que describió como «gran reserva del independentismo») como un «activista que ingresó en prisión a raíz de la muerte del industrial José María Bultó», como si a Bultó le hubiera caído un rayo. La segunda lo calificó de «histórico del independentismo combativo».
La presencia de Sastre en la simera prenavideña puso de manifiesto, una vez más, la ambivalente relación de los prebostes del régimen, a quienes se tiene por prudentes, con la canalla filoterrorista, cuya función proppiana en el relato procesista es ennoblecer, siquiera por contraste, a sus mayores. Ni que decir tiene que el barrenero no acudió a la cita en razón de su antiguo oficio, sino como secretario general de la Confederación Sindical Catalana, sindicato independentista conocido por sus llamamientos al desacato de las sentencias favorables al bilingüismo y heredero de Solidaridad de Obreros de Cataluña, organización fundada a finales de los años 50 por Jaume Terribas, padre de la ex directora de TV3 y actual locutora en Catalunya Ràdio… Mònica Terribas.
Así y todo, el atributo que le franqueó a Sastre las puertas del Parlamento no fue, obviamente, el oficial, sino el oficioso. No en vano, si este individuo es alguien en el gotha nacionalista no es debido a su ímproba labor sindical, sino a que asesinó a Bultó en nombre de Cataluña. De ahí que resultara paradójico, por no decir esquizofrénico, que Terribas (y Graset) omitieran el único atributo de Sastre que justificaba que fuera entrevistado. En cuanto a la foto de familia de la cumbre por el referéndum, los responsables de protocolo del Gobierno de Puigdemont relegaron a Sastre al extremo derecho de la última fila, lo que, por cierto, no es la primera vez que sucede. El 26 de junio de 2013, fecha en que se constituyó el Pacto por el Derecho a Decidir, a Sastre le asignaron la sexta fila, aunque aquel día, en lugar de situarlo en el extremo derecho, lo situaron en el izquierdo (con camisa azul). El corolario resulta obsceno de puro evidente: ¿el terrorista? Que salga, sí, pero pónganmelo al fondo; esto es, que aparezca en la foto (porque así podemos ufanarnos de lo amplio, transversal e inclusivo que es nuestro acuerdo) pero sin que se note demasiado, no nos vayan a tomar por otra cosa.
Ésta es la clase de injertos de que se vale el soberanismo para construir eso que llama sociedad civil, consorcio donde todos sus miembros no son sino políticos profesionales o en excedencia (como esos tres exsocialistas –Elena, Arqué y González– a quienes han nombrado coordinadores) y cuyo objetivo es ir reemplazando al Parlamento autonómico como cámara de representación. Por de pronto, ya han ocupado el edificio. Y sin que nadie los haya votado. Sonría.
JOSÉ MARÍA ALBERT DE PACO – LIBERTAD DIGITAL – 31/12/16