Rivera cierra filas con Arrimadas y su plan para crecer en ‘otros espacios’ en Cataluña

EL CONFIDENCIAL 03/01/17

· El partido descarta que exista una estrategia paralela en Cataluña y cierra filas en torno a Arrimadas, que defiende crecer electoralmente en nuevos espacios mientras se combate el nacionalismo

Después de un año y medio al frente de la oposición en el Parlament catalán y tras varios meses de persistentes debates sobre el supuesto nuevo rumbo que podría haber tomado el partido, Ciudadanos desmiente rotundamente un cambio de estrategia en Cataluña. «Nuestra oposición en el Parlament es total y se puede percibir así en todos los discursos de Inés Arrimadas«, repiten desde la ejecutiva de la formación centrista. En la próxima asamblea general, llamada a ser el primer gran cónclave desde la expansión territorial del partido, Ciudadanos afrontará, entre otros, un debate clave en torno a la cuestión de Cataluña, los regionalismos y el desafío independentista, verdadero germen de su nacimiento en 2006.

Sin duda, la controversia suscitada por algunos dirigentes críticos como Carolina Punset, que en una entrevista con este diario afirmaba parecerle «obvio que Ciudadanos ha suavizado el lenguaje» contra el nacionalismo catalán, deriva en una cuestión mollar también señalada por la eurodiputada: «Responde a una estrategia para no herir sensabilidades de personas nacionalistas moderadas que votan o pueden votar a Ciudadanos». «Lo que llaman nacionalismo moderado», apuntaba. Lo que a día de hoy es una cuestión innegable es que la formación de centro, como el resto de los partidos políticos, busca un crecimiento electoral constante, siempre y cuando consiga atraer a sectores de la sociedad que se identifiquen con sus principios, según matizan desde la cúpula naranja.

El reto del grupo parlamentario de Ciutadans pasa por mantener los últimos resultados del 25 de septiembre y seguir siendo la primera fuerza constitucionalista

En efecto, la estrategia de Arrimadas buscaría un equilibrio para mantener la esencia de su partido —combatir con ahínco el nacionalismo— sin renunciar al mismo tiempo a defender los intereses de los catalanes a través de guiños en clave más local, sobre todo en materia de financiación autónomica por un lado y, por el otro, recuperando el Estado del bienestar por la parte social, que además ha sufrido importantes recortes en la Generalitat durante los últimos años. Indudablemente, defender políticas destinadas a las clases medias urbanas, principal nicho para los de centro, que podría verse ampliado por antiguos votantes de CiU, especialmente los provenientes de Unió, aunque también de Convergència.

Todavía más teniendo en cuenta la situación de hundimiento actual del Partit Demòcrata Català (PDeCAT) presidido por Artur Mas y creado con los últimos resquicios de Convergència el pasado verano, tal y como muestran los últimos sondeos publicados. Precisamente, el Barómetro Político de Cataluña del Gabinet d’Estudis Socials i Opinió Pública (Gesop) para ‘El Periódico’ ponía de manifiesto el cambio diametral en el reparto de los escaños si hubiera nuevas elecciones en Cataluña. Esquerra Republicana (ERC) se pondría a la cabeza de la mano de Oriol Junqueras, mientras PDeCAT podría llegar a situarse en la quinta posición, pasando de los 34 o 35 escaños actuales (integrados en Junts Pel Sí) apenas a 15-17. Un verdadero batacazo que agitaría el mapa político catalán y devolvería una mayoría en escaños a las fuerzas secesionistas, no así en votos.

El reto del grupo parlamentario de Ciutadans encabezado por Arrimadas pasa a día de hoy por mantener los últimos resultados del 25 de septiembre y seguir siendo la primera fuerza constitucionalista. Aunque, según los sondeos internos que manejan los centristas, podrían llegar a sumar uno o dos escaños, la cúpula naranja es consciente de que los resultados del 25-S respondieron a unas elecciones autonómicas convocadas en clave plebiscitaria. De ahí el empeño por «mantener lo que tenemos» e intentar crecer electoralmente con incursiones en nuevos espacios.

La propia Arrimadas se refería el pasado mes de junio a lo que puede considerarse el inicio de esta hoja de ruta de crecimiento cuando, en un acto con militantes en Vilassar del Mar (Barcelona), afirmó estar convencida de que muchos votantes de CDC y Unió «desean un proyecto regeneracionista» para toda España como el que propone Ciudadanos, frente a la ruptura de la «convivencia». En todo caso, el presidente del partido y los principales dirigentes del comité ejecutivo no dudaron en cerrar filas en torno a la jerezana, dando carpetazo a la idea de que Cataluña siguiera una estrategia paralela a la ideada en la sede del partido nacional en Madrid.

El síndrome nostálgico de Cataluña
Ciudadanos nació en Cataluña siendo un partido autonómico y estrictamente catalán como alternativa a las formaciones tradicionales —esencialmente el PSC—, que poco a poco habían rebajado su discurso contra un nacionalismo en auge. La expansión territorial llevada a cabo en los últimos dos años y su ‘mudanza’ orgánica a Madrid, con la irrupción del partido en el Congreso de los Diputados y la inauguración de su cuartel general en el barrio de Ventas, confirmaron la conversión de Ciudadanos en un partido nacional. Algo que, de alguna manera, genera cierta desazón en su cuna catalana, despertando lo que en la ejecutiva consideran como «pura nostalgia».

El ejemplo más claro tuvo lugar en el consejo general de hace unas semanas —el último que podría celebrarse en Barcelona—, cuando se debatió sobre la nueva ponencia de valores que finalmente fue aprobada por amplísima mayoría gracias a algunos retoques sobre el texto redactado inicialmente. Como publicó este diario, la principal novedad en torno a esta cuestión será la nueva definición ideológica del partido como «liberal, progresista, constitucionalista y demócrata». El diputado en el Parlament de Cataluña Sergio Sanz defendió una enmienda a la totalidad al borrador que consiguió 20 votos a favor, 23 en contra y dos en blanco, poniendo de manifiesto las discrepancias por el divorcio de Ciudadanos con la socialdemocracia y ante el temor de que Cataluña pierda protagonismo en el ideario del partido.

La formación sacó entonces la artillería pesada para defender la ponencia final de la mano del portavoz en el Congreso, Juan Carlos Girauta, el vicesecretario general y diputado por Barcelona, José Manuel Villegas, y el propio Albert Rivera. La versión oficial de la formación pasa por asegurar que este nuevo ideario “plasma” los principios y valores que Ciudadanos ha seguido en el último año y medio, adaptándose a las nuevas circunstancias tras un largo periodo de elecciones y ante su irrupción en prácticamente todo el territorio nacional. Miembros de la ejecutiva insisten en que estas discrepancias se engloban en todo caso dentro de una «cuestión emocional y nostálgica» por parte de dirigentes catalanes, y lo enmarcan en una «reacción normal» como «resistencia al cambio», dando por seguro que se solucionarán tras la IV asamblea general de febrero.