LUIS VENTOSO-ABC
SÁNCHEZ NOS HUMILLA
SUPONGO –estoy seguro– que la inmensa mayoría de los españoles sentimos ayer una mezcla de desazón, vergüenza ajena y enojo al ver al presidente de nuestro país recibiendo en La Moncloa con gran afabilidad a un mandatario que portaba en su solapa el lazo amarillo. No se trata de un adorno inocuo. Denigra a más de la mitad de los catalanes y simboliza la solidaridad con los golpistas que en octubre se alzaron contra nuestra democracia y nuestro país. Después charlaron dos horas y media. Sánchez, que le debe su presidencia al partido de Torra, le ofreció una comisión bilateral de igual a igual, otorgando así a Cataluña rango implícito de Estado, y también revisar los fallos del TC que suspendieron leyes catalanas inconstitucionales (lo cual supone una salvajada jurídica: el Ejecutivo revirtiendo los fallos del máximo tribunal del país, al que dejaría así sin autoridad alguna). Después Sánchez se dio un paseíllo por los jardines monclovitas con aquel al que hace solo dos meses comparaba con Le Pen. Acto seguido, la vicepresidenta Calvo y Torra valoraron el encuentro. Calvo lo consideró «francamente útil». Además, con pésimo estilo y nula lealtad constitucionalista, en lugar de criticar a los separatistas cargó contra Rajoy: «A él le hicieron dos referéndum y nosotros en un mes y dos días hemos recibido al president Torra y hemos hablado durante dos horas y media con él. Este es el sitio», se jactó, alardeando de su entreguismo ante los sediciosos. Pero Torra, que no quiso hacer sus declaraciones en Moncloa, sino en la embajada catalana en Madrid, cantó La Traviatta y soltó la verdad: contó que transmitió a Sánchez que no renuncia a la autodeterminación y a buscar la independencia como sea. Resumen: la nueva operación de márketing sanchicista se salda con que el Gobierno se compromete a ir erosionando el Estado a cambio de nada (o de algo, lo único que a él le importa: que Torra no le decomise la llave de La Moncloa).
En esta España de la posverdad televisiva (léase de la tergiversación sectaria de la realidad) la lectura que se venderá del encuentro será la siguiente: Sánchez dialoga, no como el retrógrado de Mariano, y ya ha logrado apaciguar a los separatistas. Por eso se agradece enormemente la explicación sencilla y nítida que a la misma hora de ayer ofreció Albert Rivera en el Foro ABC. En su discurso en el hermoso comedor del Casino de Madrid, y en sus respuestas posteriores al jefe de política del periódico, Juan Fernández-Miranda, Rivera explicó que «la legislatura está agotada» y que padecemos «el Gobierno más débil de la historia, entregado a Torra, Urkullu y Bildu». También recalcó que «Sánchez es capaz de cualquier cosa por ser presidente unos meses y va a permitir que el separatismo se rearme». Por último, recordó una abrumadora realidad siempre olvidada: España lleva 40 años cediendo ante el nacionalismo y lo único que se logra dando privilegios al separatismo «es agravar la situación, porque el nacionalismo es insaciable».
Rivera dijo la simple verdad de lo que está pasando. La que no escucharán en televisión.