IGNACIO CAMACHO-ABC

  • El instinto político de Conde- Pumpido le pedía estrenar su mandato con un veredicto rotundo, contundente, nítido

LA ratificación por el Constitucional de la ley del aborto no la dudaba nadie. No sólo por el reciente cambio de mayoría sino por otras dos razones jurídicamente irreprochables. La primera es que el principal debate, el de la posible colisión entre el derecho a la vida del feto y la libertad de la madre, ya había quedado sustanciado en el veredicto sobre la norma aprobada en la época de González. Y la segunda, que el propio ponente Enrique Arnaldo, de tendencia ‘conservadora’ –las comillas son importantes– otorgaba el aval bajo la premisa de que «al Tribunal le son necesariamente ajenos los juicios morales». Se trataba, pues, de decidir si el texto encaja o no en la Constitución y a la luz de la sentencia anterior la respuesta es en términos generales afirmativa. Pero Arnaldo formulaba una reserva sobre un artículo –uno solo y de relevancia menor, el de las garantías en la información a la gestante–, cuyo rechazo proponía. Y ahí ha topado con el muro del sector ‘progresista’ –de nuevo entre comillas–, poco dispuesto a ensombrecer la decisión con objeciones quisquillosas aunque fueran mínimas. La posibilidad de ver la inconstitucionalidad parcial de la ley reflejada en los titulares periodísticos no parecía del agrado de Conde-Pumpido, en cuya hoja de servicios se dan la mano una indiscutible pericia técnica y un aguzado instinto político. Necesitaba pasar el rodillo para estrenar su mandato con un pronunciamiento rotundo, contundente, nítido.

Resultado sin fisuras: siete a cuatro. El mismo con que unos días antes el grupo mayoritario había desoído la petición recusatoria de cuatro magistrados que habían participado con informes y dictámenes en la tramitación del proyecto hace doce años. La reclamación era crucial porque de quedar apartados de la deliberación, el pleno del organismo hubiese carecido del quórum necesario. Solución: otro rodillo y asunto cerrado, que hay mucha faena para poner al día el atasco. A Pumpido se le podrán reprochar muchas cosas menos falta de capacidad de trabajo, y con esa correlación de fuerzas a su favor puede ir de carpetazo en carpetazo. Después del aborto, pendiente desde los tiempos de Zapatero, vendrán la eutanasia, el nuevo ordenamiento educativo, el ‘sí es sí’ y demás perlas legislativas del mandato de Sánchez. En algunas de ellas será difícil evitar que se aparten por incompatibilidad los dos miembros recién desembarcados de las filas gubernamentales, pero aun en la hipótesis de algún ejercicio de autonomía de criterio entre los restantes está el voto de calidad del presidente como comodín en caso de empate. Es la proporción legal, la que corresponde al método de elección establecido, y por tanto inobjetable. Lo que va a cambiar, ha cambiado ya, es la actitud, el talante, el cuidado de esa clase de detalles que sirven para mantener una cierta apariencia de imparcialidad en el arbitraje.