Zapatero podría sucumbir a la tentación de aprovechar un anuncio de tregua de ETA para traspasar alguna de las líneas rojas que plantea el PNV. Con una ruptura de la ‘caja única’ de la SS o con la recuperación del Estatuto de Ibarretxe, el PP se vería obligado a retirar su apoyo a López. Ése es el momento que espera el PNV.
No resultó bien la primera toma de contacto entre el PNV y los mandatarios del PSOE, pero, aún así, Urkullu, haciendo valer su interlocución en Madrid, ha logrado lo que quería: demostrar a la clase política española que, aunque ha dejado de gobernar en Ajuria Enea, es una fuerza imprescindible para asegurar la estabilidad del actual Gobierno español. La «ceremonia del apareamiento», como la denominaría el veterano Arzalluz, no ha hecho más que empezar . Tanto es así que ayer los dirigentes socialistas vascos prefirieron mantenerse en segundo plano para no tener que sonrojarse a la hora de repetir , como un mantra, que su partido está «continuamente informado» de todos los encuentros que los suyos realizan en Madrid con el PNV. Estamos en el comienzo de la ceremonia. Eso aseguran los interlocutores socialistas que le han mirado a los ojos a Urkullu buscando un acuerdo presupuestario «fundamental para la economía del país».
Y en esos términos le mantiene informado el lehendakari Patxi López a su socio preferente, Antonio Basagoiti. Los ministros Blanco y Rubalcaba saben que la estabilidad del Gobierno vasco, a pesar de haberse logrado con el apoyo del partido rival de los socialistas en toda España, es la pieza más valiosa de la defensa constitucional y de la libertad de los ciudadanos. Por eso se encuentran ante una complicada combinación de intereses. «Las transferencias las negocian los gobiernos», sentenciaba ayer el lehendakari tras haber inaugurado el curso político en San Sebastián. Una obviedad que hay que recordar a los nacionalistas que actúan como si siguieran dirigiendo oficialmente el destino de los vascos. Y hasta ahora era tal cual lo señalaba ayer López. Las negociaciones entre «Madrid y Vitoria» las conducían los respectivos gobiernos. Cierto. Y como el PNV ha gobernado durante 29 años, nadie levantaba una voz más que otra.
El problema ha surgido cuando el PNV ha dejado de gobernar en Euskadi. Porque quiere seguir funcionando como si nada hubiera pasado. Como si el cambio no se hubiera producido. Como si el lehendakari socialista, prácticamente, ni existiera. Hasta el punto de decirle que se haga a un lado, que no moleste. El dilema vasco de Zapatero se va complicando a medida que el PNV quiere intentar cobrarse el precio de su apoyo a los Presupuestos. Si las políticas activas de empleo no se transfieren a Euskadi de acuerdo con lo establecido en el Estatuto, avisaban ayer, lo va a pasar mal Zapatero.
Pero, ¿qué establece el Estatuto? En su manida disposición transitoria quinta se dice que la comunidad autónoma «asumirá la gestión del régimen económico de la Seguridad Social dentro de su carácter unitario y del respeto al principio de solidaridad». Este polémico punto que paralizó durante años los debates de la Comisión Mixta de Transferencias y tantas sesiones en el Parlamento de Vitoria ha sido la manzana de la discordia entre el Gobierno de España de turno y la comunidad autónoma desde el comienzo de la autonomía. Y ningún presidente español ha querido romper el cordón solidario de la ‘caja única’ de la Seguridad Social, que es lo que han reclamado siempre los nacionalistas.
Van a ser dos meses intensos en los que, además del fervor negociador en torno a los Presupuestos, puede llegar el anuncio de la tregua de ETA. Un parón que, aunque no fuese el definitivo, serviría al Ejecutivo para aliviar la presión de su debilidad parlamentaria. Zapatero podría sucumbir a la tentación de aprovechar ese momento político para traspasar alguna de las líneas rojas que plantea el PNV. Un juego de escenarios posibles. Dependerá de las cesiones que esté dispuesto a hacer Zapatero. Con una ruptura de la ‘caja única’ de la Seguridad Social o con la recuperación del nuevo Estatuto que planteó en su día Ibarretxe, el PP se vería obligado a retirar su apoyo al Gobierno vasco. Ese es, precisamente, el momento que espera el PNV.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 1/9/2010