JAVIER CARABALLO-EL CONFIDENCIAL

  • Nadie en el PSOE le ha contestado mejor que Alfredo Pérez Rubalcaba a la ofensiva antimonárquica del independentismo catalán

Nadie en el PSOE le ha contestado mejor que Alfredo Pérez Rubalcaba a la ofensiva antimonárquica del independentismo catalán; Rubalcaba, que lleva más de un año muerto por el maldito ictus que se lo llevó en mayo del año pasado. Desde la tumba, gracias a una entrevista inédita que ahora se difunde, Rubalcaba lo ha dejado claro: como fracasaron en la intentona golpista de octubre de 2017, ahora lo intentan con la ofensiva contra la monarquía parlamentaria para camuflarse entre los republicanos españoles.

Se trata, en suma, del mismo ataque a la Constitución por dos vías distintas. Y remarca Rubalcaba: “Todo esto es política de comunicación de primero de carrera”. Lecciones desde la tumba que tapan el desconcertante silencio de los dirigentes del Partido Socialista, siempre con tacto de seda con los irredentos y los provocadores para no causarles ningún malestar. Es verdad que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, como secretario general del PSOE, ha seguido fielmente la senda de apoyo a la monarquía parlamentaria acordada en el pacto constitucional. Tras la muerte del dictador, la esencia republicana de los socialistas se supeditó a la convivencia y a la democracia plena en España y, en contra de quienes siempre acusan al presidente Sánchez de traidor, los hechos han demostrado que el PSOE sigue comportándose como sostén de la Corona, de la monarquía parlamentaria.

Lo único que ocurre con Pedro Sánchez es que, de la misma forma que se ceba con la oposición de derecha o de extrema derecha, parece incapaz de pronunciar una sola palabra que incomode a sus aliados de izquierda y de extrema izquierda, por muy desleales y tóxicos que sean. Ni siquiera envía para esos menesteres a uno de sus segundos del Gobierno, como Carmen Calvo, o del partido, como Adriana Lastra. Es comprensible, por tanto, que muchos de sus actos generen desconcierto e incertidumbre entre los ciudadanos, incluidos muchos votantes socialistas, aunque ante la duda, la política siempre nos enseña que son más fiables los hechos que los discursos. Rubalcaba no es así, no se pierde entre silencios ni se enreda en circunloquios cuando necesita señalar la patraña que se esconde en esta nueva agitación republicana que el independentismo ha llevado al Parlamento de Cataluña. Al oír ahora su voz, un estremecimiento recorre todo el cuerpo porque aquello que dijo Rubalcaba poco antes de morir parece grabado para los días que estamos viviendo.

Fue la última entrevista que concedió (‘XRey’, en Spotify, producida por ‘The Story Lab’) y retrata el momento así: “Ahora, los independentistas hablan más de la República que de la independencia. Saben que eso engancha con el republicanismo español, en el que hay sectores que la independencia no gusta, pero si hablas de República… Todo esto es política de comunicación de primero de carrera: ‘me meto con el rey para hacerme simpático a los ojos de los republicanos españoles y para convertir mi objetivo fundamental de la independencia en una cosa más tragable’. En resumen, cuando hablan de la República están defendiendo la independencia y cuando atacan al Rey es una pura estrategia política”.

No es la monarquía lo que les molesta, que no, porque todos esos son los mismos que luego, en sus delirios, se remontan a Wilfredo ‘el Belloso’, un conde del siglo I, para contarle a los niños catalanes que fue ahí donde comenzó la lucha del pueblo catalán por su independencia. Atacan la Corona para intentar socavar uno de los pocos elementos comunes a todos los españoles, la jefatura del Estado. No les interesa el modelo constitucional porque ya han dejado acreditado en la historia que su actuación siempre ha sido la misma, desleales y secesionistas con la República, primero, y con la Monarquía parlamentaria, después. Como ya han quemado y han fracasado en todas las etapas de la ‘hoja de ruta’ que habían aprobado, ahora jalean esta nueva ofensiva camuflada de debate republicano y antimonárquico. Un señuelo descarado, grotesco, que solo han secundado en el resto de España quienes, como los independentistas, necesitan una cortina de humo para desviar la atención de sus propias miseriasPongamos que hablamos de Podemos… Los verdaderos republicanos españoles, legítimos y respetables, son los primeros que se desmarcan de estas campañas de confusión que ocultan sus verdaderos objetivos.

La ‘hoja de ruta’ del independentismo es ahora una ‘ruta de urgencia’ para ocultar que ni pueden ni se atreven a llevar adelante todo aquello que llevan prometiendo desde hace años y, de forma más flagrante, desde la toma de posesión de Quim Torra como presidente. Eso ocurrió en mayo de 2018 y lo que prometió entonces es que, de nuevo, entrarían en vigor las leyes anuladas por el Tribunal Constitucional y que el único objetivo de su mandato era el de hacer efectiva la independencia.

Él mismo se decía en los discursos que no podía ampararse en excusas para no hacerlo («vamos a avanzar sin excusas hacia la república catalana, para que sea una realidad»), pero se ha pasado la legislatura entera con amenazas huecas: dijo en su toma de posesión que pensaba investir a Puigdemont y ha sido él mismo quien ha acabado expulsado del Parlamento por orden de los tribunales de Justicia. El último episodio vivido es la demostración más palpable de la degradación del discurso independentista, el ridículo de un presidente y de la mayoría que aprueba resoluciones que los propios funcionarios se niegan a incluir en el Boletín Oficial del Parlamento catalán. Como diría Rubalcaba, también esto es de primero de política, hay que gritar cada vez más alto para que no se oiga el ronroneo de descrédito que se levanta a su paso, como un eco de las pifias y de la mentira sostenida.