Rubalcaba se hunde y fuerza al PSOE a buscar nuevo líder antes de marzo

EL CONFIDENCIAL, 21/11/11

LOS SOCIALISTAS SUFREN LA PEOR DERROTA DE SU HISTORIA

Alfredo Pérez Rubalcaba ha liderado al PSOE a su peor derrota de la democracia. Los socialistas no habían recibido un castigo semejante en los últimos 34 años, ni tampoco habían obtenido un grupo parlamentario tan pobre. Fue la noche más amarga en Ferraz, una debacle sin paliativos: 59 escaños menos y cuatro millones de votos evaporados con respecto a 2008. No han pasado ni cuatro años desde que José Luis Rodríguez Zapatero celebrara la sexta victoria de su partido en unos comicios generales, y el que ha sido el partido favorito de los españoles se ha derrumbado estrepitosamente. “Hemos perdido claramente las elecciones”, reconoció Rubalcaba.

El candidato socialista admitió la derrota ante unos trescientos militantes que todavía encontraron fuerzas para aplaudirle y llamarle “presidente”. Sin embargo, y a diferencia de Joaquín Almunia en 2000, no tiró la toalla. Tampoco anunció que peleará por la secretaría general del partido. En cambio, manifestó que había dado indicaciones a José Luis Rodríguez Zapatero para que el Congreso ordinario del PSOE se celebre lo antes posible, según marcan los estatutos. Es decir, que la gran batalla por el control de la formación tendrá lugar a finales de enero o principios de febrero.

Rubalcaba evitó aclarar si será uno de los contendientes, aunque anoche se permitió ejercer de líder socialista al arrogarse la potestad para reclamar al secretario general la convocatoria del Congreso, y no al revés, como correspondería de acuerdo con la jerarquía orgánica del PSOE. Pero Zapatero dejó ayer todo el protagonismo al candidato y, pese a estar presente en Ferraz, no compareció públicamente junto a su ex número dos en el Gobierno. Ni siquiera la violencia con la que descarriló su partido hizo que el presidente alterara los planes y saliera para arropar a Rubalcaba en aras de la unidad.

Sí lo hicieron otros miembros del Ejecutivo como Elena Salgado, Valeriano Gómez, Ángeles González-Sinde y Ángel Gabilondo; cargos del partido como Manuel Chaves, Marcelino Iglesias o Gaspar Zarrías; amigos como Jaime Lissavetzky o José Enrique Serrano; su equipo de campaña y, por supuesto, su mujer, Pilar Goya, quien apareció con los ojos enrojecidos.

El frustrado aspirante a la Moncloa asumió así todo el impacto, dejando a Zapatero la posibilidad de conducir el armazón del PSOE hasta el taller del Congreso Federal. Hasta entonces, el margen de maniobra de Rubalcaba es escaso. Pasado el 20-N, su única responsabilidad en el partido consiste en ser vocal de la cúpula de Ferraz. No cuenta con un respaldo territorial directo y su grupo parlamentario ha quedado reducido a 110 diputados. La historia del partido apunta a que las bases exigirán cambios, mientras que la proximidad de las elecciones andaluzas exige una reacción rápida y rotunda para salvar el último feudo del partido.

“Un punto y aparte” en el liderazgo

En este sentido, quien con más claridad se expresó anoche fue el líder de los socialistas madrileños, Tomás Gómez. «El resultado de esta noche en España es suficientemente contundente como para que los socialistas no nos conformemos con poner una coma. Creo que estamos en el momento de poner un punto y aparte«, aseguró, cobrándose así el apoyo que Rubalcaba dio a Trinidad Jiménez en las primarias del PSM.

“Es cierto que Rubalcaba ha tenido que luchar contra los elementos, pero el castigo de los ciudadanos ha sido durísimo. O les escuchamos y renovamos nuestro liderazgo por completo o nos lo harán pagar de nuevo”, señalaron fuentes socialistas, que anticipan una pugna por la secretaría general similar a la del año 2000. No obstante, en el entorno del candidato se pide respetar los tiempos de Rubalcaba, analizar lo sucedido y que la dirección del partido decida la celebración del Congreso.

Más miedo al PSOE que a la derecha

Pese a que todas las encuestas vaticinaban la mayoría absoluta del PP, el hundimiento del PSOE ha sido peor de lo esperado por el equipo electoral de Ferraz, que tras conocerse los sondeos de las ocho de la tarde, todavía pedía esperar al escrutinio, con la esperanza de que la derrota se dulcificara. Pero el discurso a la desesperada de Rubalcaba para frenar a la derecha, e impedir su “poder absoluto”, no ha sido escuchado por los ciudadanos. El miedo al PP no ha podido con el rechazo al PSOE, y los datos de participación tampoco sirven esta vez como excusa.

La campaña basada en atacar a Mariano Rajoy y denunciar su programa oculto no ha hecho sino aumentar la brecha entre el PSOE y sus potenciales votantes.  El electorado progresista ha premiado la rebeldía que promete Izquierda Unida, mientras que la base más centrista se ha despojado de sus complejos apoyando al PP, CiU o UPyD. Andalucía ha caído por primera vez de lado de los populares, anticipando así el cambio en el Ejecutivo autonómico. Y Cataluña, el otro gran nicho de votos socialistas ha optado, también de forma inaudita, por la coalición de Artur Mas y Josep Antoni Duran Lleida.

Chacón mira al futuro

Carme Chacón, hacia donde se dirigen ahora todas las miradas, ni siquiera puede presumir de haber salvado el feudo catalán. Solo ha preservado la provincia de Barcelona, por donde es cabeza de cartel. Un privilegio que comparte con el veterano Alfonso Guerra, ganador en Sevilla. El hecho de que el PSOE solo haya sobrevivido en estas circunscripciones prueba la magnitud de la catástrofe electoral. Pero Chacón, tal vez consciente de la tarea de recuperación anímica que tiene por delante su partido, trató de inyectar moral a los suyos con la mirada puesta en el futuro.

“Hemos perdido las elecciones, pero no estamos derrotados”, afirmó la ministra de Defensa, quien sostuvo también que los socialistas sabrán “acudir a la cita con el futuro”. Palabras ambiguas para la noche más difícil de los socialistas, que ahora deberán elegir a un líder capaz de plantar cara durante cuatro años a la mayoría absoluta del PP. En su intervención, Rubalcaba llamó a liderar la oposición de acuerdo a la “identidad”, los “valores” y las “convicciones” propias de su partido, así como de acuerdo “al compromiso con el interés general de España”.

“El PSOE tiene un profundo arraigo en la sociedad española, una gran solidez institucional, y una vocación permanente de representar a la mayoría. Con ese bagaje hoy afrontamos esta nueva etapa de nuestra historia e iniciamos el camino para recuperar la mayoría política y social”, sostuvo el candidato. Los socialistas creen haber tocado fondo y ahora necesitan un guía para atravesar el desierto de la minoría parlamentaria.

EL CONFIDENCIAL, 21/11/11