Juan Pablo Colmenarejo-Vozpópuli

  • España vive al día, entre ruidos ensordecedores provocados por una generación de políticos con escasez de lecturas. El ruido por sistema. No saben hacer otra cosa

España es un ruido. El sistema político tiene los tímpanos a punto de reventar. Desde 2015, cuatro elecciones generales y nada menos que tres mociones de censura. Solo se han aprobado unos Presupuestos Generales del Estado desde la primavera de 2018. Las cuentas públicas viven del grifo europeo. Como ha explicado Benito Arruñada en Vozpópuli: “Nuestra economía está siendo dopada con el crédito del Banco Central Europeo hasta un punto que esconde la realidad”.

Los ciudadanos y también los inversores ignoran lo que está haciendo el Estado. Le han quitado el tapón al frasco de la deuda. Barra libre hasta que nos corten el suministro. Como añade Arruñadas, “la mayoría de las estadísticas ha perdido sentido”. Vamos camino del rescate, más pronto que tarde. Mientras tanto, aquí estamos, como en aquella película en la que uno chilla pero el otro no le ve. A los españoles ya no nos cabe más ruido en nuestras cabezas. La moción de Vox contra Sánchez, en mitad de una pandemia mundial, era para medir a Casado, cuyo liderazgo era lo que estaba en juego. El presidente del PP se ha puesto en el medio y ha resuelto el dilema. Desde el centro hizo la doble contestación a Abascal y a Sánchez con Podemos e independentistas: la respuesta es no.

Sánchez tiene a su lado a un especialista en poder. Ya ha llegado y es de los que solo necesita conseguirlo una vez

Durante dos días, la moción ha rellenado las canales y redes donde no hay reposo o lectura ecuánime de los hechos. Bronca, lío y jaleo varias veces al día. Como solía decir José Mari Calleja en “desayuno, comida, merienda y cena”. Desde que Sánchez abandonó la socialdemocracia, en la que apenas estuvo un instante, no hay tregua para el botón del volumen.

La espiral del ruido es un sinfín. El vicepresidente Iglesias ha encontrado su sitio ideal desde los tiempos de la Facultad de Políticas. Ahora se ha privatizado un hueco. No es un puesto decorativo como se pudo pensar hace unos meses, sino todo lo contrario. Sánchez tiene a su lado a un especialista en poder. Ya ha llegado y es de los que solo necesita conseguirlo una vez.

El ruido engendra más ruido. La moción de Vox ha sido como darle al bombo de Manolo detrás de una portería. Pero la realidad no se para. Un millón de contagios, sesenta mil muertos, un tercio de ellos no reconocidos como fallecidos por covid por el Gobierno. España no tiene un plan. Vamos a trompicones mientras resbalamos a cada paso. Ni siquiera hay mando único. Las autonomías se han visto desbordadas. Desde fuera empiezan a hablar de España como ‘Estado fallido’.

La crisis sanitaria no permite distracciones ni divisiones en los esfuerzos. Como siempre en España, se habla del pasado más que del presente. Pero no de la gripe de 1918 sino del enfrentamiento entre españoles en una guerra civil que nuestros abuelos y padres sellaron con un pacto de reconciliación en la bendita Transición. Sánchez e Iglesias con sus socios de investidura- un partido liderado por un sedicioso y otro legatario de una banda terrorista- no gobiernan, se limitan a mantenerse en el poder.

Por eso se abren heridas para que la política sea como un partido de hockey hielo donde se pasan el tiempo de juego a guantazos olvidándose de las reglas. El espectáculo tiene que continuar. Sánchez ya ha conseguido un primer triunfo. Se le vio encantado de haberse conocido respondiendo a Abascal.

Etarras e indultos

La moción de Vox ha sido un divertimento. La hoguera ha tenido combustible. Cuanto más se enfade esta derecha pura, dura, nacionalista y populista, mejor. Después no faltarán otras decisiones que mantengan bien caliente la olla. Las prisiones con sus presos etarras dentro para que las gestiones el PNV. El indulto antes de Navidad para los sediciosos o en su defecto la reforma del Código Penal, puertas abiertas en la cárceles. Sánchez prepara cada día las siguientes elecciones. Cualquiera de sus movimientos tiene ese fin. Seguir en el poder. Mientras tanto, solo la Unión Europea y el Banco Central Europeo pueden hacer de contrapeso. España vive con la respiración asistida que le proporcionan los precios bajos del mercado financiero gracias al respaldo de ese paraguas de hierro llamado euro. España vive al día, entre ruidos ensordecedores provocados por una generación de políticos con escasez de lecturas. El ruido por sistema. No saben hacer otra cosa. Tampoco quieren.