DIEGO S. GARROCHO-ABC
- Acierta Feijóo al saber convocar a un talento civilmente transversal de probada solvencia
La pregunta no es una fórmula retórica. Saber ganar es, probablemente, lo más difícil en política. En primer lugar, porque para saber ganar uno tiene que haber sido capaz de granjearse la victoria, cosa nada sencilla. Y en ocasiones no basta con vencer, sino que resulta extraordinariamente complejo tomar conciencia de que uno ha vencido. En términos culturales, por ejemplo, hay personas que no reconocen algunos triunfos del conservadurismo y siguen corneando al viento o afanándose en combatir gigantes donde ni siquiera quedan molinos.
No hay nada más contrario a la victoria que el esperpento, y esta semana que empieza asistiremos a uno de los sainetes parlamentarios más extravagantes de la legislatura. Mañana Ramón Tamames nos recitará unos folios que ya todos hemos leído para explicarnos cómo transformaría España en la imposible circunstancia de que saliera investido presidente del Gobierno. Algo así como si Cristina Pedroche decidiera contarnos cómo reformaría la curia romana si la nombran Papa, con menos gracia pero con la misma probabilidad. Lo tragicómico es que el ‘sketch’ de don Ramón lo presenciaremos en el Congreso de los Diputados, distrayendo la atención de España de los errores del Ejecutivo y empleando las instituciones públicas para un acto promocional de sí mismo.
Pero llegará un día en el que todo esto habrá pasado y en el que los españoles, cansados del antifascismo de los ‘satisfyer’ y el desgaste de las instituciones, acudirán a las urnas. Y si los datos y los signos de la época no mienten será entonces cuando otros tendrán que gobernar. Dicen los que más saben que las tendencias electorales llegan a puntos de no retorno y que el mérito radica en saber localizar cuándo ese cambio ha acontecido. Viendo cómo se mueven los ratones, uno ya puede intuir por dónde anda el gato.
El pasado viernes, Alberto Núñez Feijóo presentó los nombres y las bases de la que será la fundación que nutrirá de ideas y de relato a un hipotético gobierno. Acierta en la prudencia política de saber preludiar su encomienda probable y atina, sobre todo, al saber convocar a un talento civilmente transversal de probada solvencia. Entre los nombres reunidos hay algunos que no se habrían sospechado, y el logro de saber ensanchar las lindes de lo predecible puede servir de buen augurio para una responsabilidad que probablemente llegará.
El tiempo dará o quitará razones, pero que entre tanto ruido haya una colección de hombres y mujeres de prestigio dispuestos a jugarse el nombre es una buena noticia para los populares. La colección de personas que el otro día rodearon a Feijóo no tenían cara de derrota. Tal vez alguien haya entendido que el primer paso para ganar es hacer creer que ya has ganado, y que para que algo se haga posible primero hay que convertirlo en verosímil.