Miquel Giménez-Vozpópuli
- Y del resto de España, del Gobierno, de las instituciones. De la democracia, en suma
No conocen ni a su padre cuando se trata de mantenerse en un poder que, si bien les corresponde democráticamente, no merecen por su calidad humana y política. La alianza de dos ególatras sumada a la envidia podrida de los nacionalismos, han hecho de este país un lodazal. No hay rincón en el que las zarpas de ese golem pestífero pergeñado por Soros no teman hurgar. Para ello mienten, se muestran arrogantes en su cósmica ignorancia, intimidan a los débiles, adulan a los poderosos, rebajan la condición de representante público a de los caimanes del Bayou de Florida y se muestran, en fin, como los monstruos que hemos engendrado cuando decidimos que la razón debía soñarse porque lo moderno eran los políticos de tertulia y Twitter.
Ahora pondera Sánchez, máximo responsable de esta ordalía, cambiar la ley para mangonear al poder judicial. Llevan días escupiendo el repugnante lapo de que se requieren jueces progresistas, cuando lo que se exige por parte de la ciudadanía son jueces justos; esconden las demandas de la fiscalía de Bolivia acerca de Iglesias, que empieza a sonar demasiado como presunto agente de las narco dictaduras, omitiendo la noticia en todos los medios convertidos en cortesanas de baja estofa, las que por medio doblón estaban dispuestas a dejarse defecar encima; reclaman una memoria histórica hecha a su medida, tildan de fascista a todo aquel que no comparta su delirio, y, ahora, decretan lo que no han conseguido por acuerdo. Madrid se cierra. Madrid se anula. Madrid no tiene ni voz ni voto. Por cojones.
¿Esta es la cogobernanza? ¿No dijeron que para confinar era preciso el estado de alarma? ¿Se puede hacer con un decreto, así de simple? ¿No se les cae la cara de vergüenza a Illa y a Aguado? ¿Esta es la influencia de la gestoría naranja, que iba a centrar al PSOE? Embusteros, comensales de una mesa repleta de vituallas que no deseen abandonar, aunque quienes las pagan sean quienes no las catan.
Llevan días escupiendo el repugnante lapo de que se requieren jueces progresistas, cuando lo que se exige por parte de la ciudadanía son jueces justos
Y quienes deberían pararle los pies a la horda de licántropos que van a devorarlos, ¿qué hacen? ¿Pintarse las uñas, tocar la lira, leer a Chesterton? Ojalá fuera lo último, porque, aunque de poco valor en la política diaria, al menos sería útil para sus almas pasadas de hervido, insulsas, tan atractivas como una acelga, tan firmes como una gelatina, tan imaginativas como una bombilla fundida.
Digo al gobierno que saque sus zarpas de Madrid, pero ¿quién soy yo, pobre de mí, sino un ciudadano que ve cómo se hunde la nave del estado sin que nadie mueva un músculo en el puente de mando? Son los que tienen la representación de la soberanía popular quienes deberían pararles los pies pero, ya lo ven, Casado espera que Ayuso caiga en primera línea y Arrimadas también espera lo propio para pactar un gobierno con Gabilondo que, dentro de lo que cabe, no es de lo peorcito del PSOE. Ah, y para ser ministra o vicepresidenta, cuando Su Persona decida que Iglesias está amortizado y que de Europa no llegará un euro mientras siga asociado con el bolivarismo. Sé que muchos dirán que queda Vox pero no estoy de acuerdo con muchos de sus postulados, aunque hoy por hoy, son los únicos que carecen del menor complejo a la hora de llamar a este gobierno por su nombre.
¿Quién, insisto, evitará que acabemos sepultados bajo la losa totalitaria? ¿Europa? No moverían ni un dedo si mañana nos invadiese Marruecos, como el gobierno de Sánchez no ha movido ni un radar cuando cazas marroquíes han violado nuestro espacio aéreo en las últimas semanas o Rabat aprovechó el confinamiento para ampliar sus aguas jurisdiccionales de manera unilateral. Imagínense en otros terrenos. Nada. A España solo la salvarán los españoles, a Madrid solo lo salvarán los madrileños y a Cataluña ni siquiera pueden salvarla los catalanes. Sucede cuando dejas que se pudra el edificio bajo el que te cobijas. Ojalá el resto de españoles aprendan la dura lección de mi tierra y sepan reaccionar pacífica y democráticamente. De no hacerlo, el mejor día verán como el techo se desploma sobre sus cabezas.
No digan entonces, como dicen en mi tierra con el separatismo, que no se podía saber. Por eso, como siempre, Madrid debe resistir.