Juan Carlos Girauta-ABC
- Ceuta y Melilla, tan españolas como Madrid, son ahora peones desprotegidos en el tablero
Hay razones para ocultar al público el proceso de elaboración de las salchichas y de los volantazos diplomáticos. El estómago social no es ajeno a los tabúes culturales. Nadie habría ingerido el ‘bratwurst’ albareño-marroquí de haber sabido cuánta dignidad torturada entrañaba, cuánto humillación. Cómo degrada el ajustarse a las expresiones literales exigidas por el jefe alauita. Sánchez tuvo que besar el suelo y, a continuación, fue avergonzado con la exhibición de la carta-salchicha, que aún no había sido embutida con una corrección de estilo.
Da arcadas pensarlo. Deben estar sufriendo quienes se tragaron el producto engañados por nuestro cancillerín. ¿A él le pilló por sorpresa? Más preocupante aún: cualquier otro ser sobre la tierra conocedor de la historia habría previsto la pública vejación.
A mí el ridículo de Albares no me importa, es decir, ni me complace ni lo lamento. ¿Quién es Albares? En cuanto a la sumisión de Sánchez, con molestarme poco, y solo en lo simbólico, me molesta más que a él mismo dada su impermeabilidad, su blindaje y su equilibrio isostático. Lo que me preocupa de verdad son dos cosas que paso a exponer en orden inverso de importancia:
Me preocupa un poco la salud profesional de los colegas que ingirieron el ‘bratswurt’ a ciegas y de entrada. La sola idea de que Sánchez hubiera ejecutado una jugada maestra de ajedrez geoestratégico a la altura de un Sun Tzu cruzado con un Bobby Fisher debió encenderles alguna luz roja. Sin embargo, la mínima cautela para ir por la vida informando u opinando no les funcionó. España iba a convertirse, gracias a una carta, en la gran plataforma logística del gas en Europa. Si hubieran escalado algo menos no se habrían partido la crisma en la caída.
Me preocupa mucho que el amateurismo aventurero del dúo Sánchez -Albares haya puesto en peligro la integridad territorial de España. Ceuta y Melilla, tan españolas como Madrid, son ahora peones desprotegidos en el tablero. Tenemos con Marruecos un puñado de contenciosos; entre ellos, que pretenda nuestras plazas de soberanía. Él se arma hasta los dientes; nosotros invertimos en Defensa menos que nadie. Él es el principal aliado de Estados Unidos en el Mediterráneo sur. La alianza defensiva occidental a la que pertenecemos -la que nos obligaría a luchar mañana en Polonia si Putin metiera un pie allí- no nos protegería si ocuparan por la fuerza Ceuta y Melilla. Sin embargo, teníamos un comodín: para la ONU somos la potencia administradora de un territorio estratégico prioritario para Marruecos. Más que las dos plazas africanas. No hemos hecho nunca puñetero caso a esa responsabilidad, y hasta olvidamos su existencia. Pero la legalidad internacional nos asiste y el Sahara es vital para Mohamed VI. ¿Qué han hecho los salchicheros? Renunciar a esa baza. Por corregir el error Gali han dejado a Marruecos la vía expedita, y el riesgo es mayor que nunca.