Tonia Etxarri-El Correo
Nadie le esperaba en el Congreso porque tenía cita con el Rey Mohamed VI en Marruecos, pero Sánchez quiso darse una vuelta por el hemiciclo para intentar pasar página de su fracaso electoral en Galicia hablando de otras cosas. Por ejemplo, de lo mentiroso que es Feijóo.
Ayer pudimos ver a un presidente del Gobierno atenazado en una pinza entre su adversario (PP) y su socio preferente (Junts), que no deja de ponerle obstáculos en el camino. La delegada de Puigdemont no pudo ser más clara: o les da lo que piden o no habrá Presupuestos.
El argumentario de La Moncloa volvió a exhibirse unívoco, sin matices, rayado. No importaba quién hablara. Si el ‘reprobado’ Marlaska, el ministro Bolaños, o el ‘boss’ Sánchez. Todos a una. Quien miente es el PP. Esa es la matraca con la que el PSOE, durante la campaña gallega, ya intentó sacar rédito de aquella sobremesa de Feijóo con 16 periodistas. Y no les funcionó a la vista de los resultados en las urnas. Pero no deben tener mejor asidero donde agarrarse. Y ayer no se salieron del guion.
El ministro de Interior, Grande Marlaska, no se inmuta, a pesar del trágico episodio de Barbate donde dos guardias civiles fueron asesinados por narcotraficantes. Tan buen juez, tan mal ministro, repetía ayer que los del PP mienten, aunque para decirlo necesite releer los apuntes que le van llegando al escaño.
Daba apuro ver a Sánchez clamar ante el hemiciclo «¿con qué Feijóo nos quedamos?»; él, que ha batido todos los récords en el Guinness de la traición a sus propias palabras. Y mostrarse, por contra, tan sometido a Bildu, cuya portavoz, Mertxe Aizpurua, puso de ‘chupa dómine’ a los jueces del Supremo y el presidente fue incapaz de defenderlos.
Pero resultaba muy poco reconfortante ver al ministro de Justicia intentar rebañar los mismos argumentos. Bolaños presenta los mismos síntomas. Acusa a la oposición de sus propios defectos. Los de mentir y tergiversar. Y, haciendo gala de su transparencia, le cayó la del pulpo con las preguntas de la diputada popular Cayetana Álvarez de Toledo: «¿Cómo van las citas clandestinas en Suiza? ¿Y la convivencia en Cataluña?».
Lo cierto es que Junts está apretando a Sánchez en su pulso negociador. La provocación del Parlamento de Cataluña con su trámite para volver a declarar unilateralmente la independencia refleja que los secesionistas volverán a plantear desafíos al Estado en cuanto la ley de amnistía les libere de cualquier inculpación. Así entiende Junts la convivencia con un Estado del que se quiere separar.
Y es que la amnistía, tal como está redactado el texto de la ley tumbado en el Congreso, no se podría aplicar a delitos de terrorismo y traición. Los fiscales del Supremo acaban de argumentar su informe en el que sitúan a Puigdemont como líder absoluto de Tsunami. Sánchez está pillado. Por eso ha pedido un tiempo de prórroga para negociar la amnistía. No parece que Junts vaya a aflojar en su elevado peaje. Qué agonía para una legislatura que durará cuatro años.