Isabel San Sebastián-ABC

  • A falta de información, se multiplican las conjeturas: ¿fatiga pandémica, amenazas de sus socios, escándalo oculto o remordimientos?

EL presidente del Gobierno ha dimitido. El anuncio pilló a todos por sorpresa a última hora de ayer, cuando Pedro Sánchez, de vacaciones en la finca Quintos de Mora, comunicó a través de un tuit su «decisión irrevocable de renunciar al cargo que no he sido capaz honrar con la competencia, lealtad y dedicación que exigían de mí la Constitución y el pueblo español. Consciente de mi impotencia en estos momentos dramáticos para la Nación, me voy por vergüenza torera».

Desde que se tuvo conocimiento del inesperado mensaje, los esfuerzos llevados a cabo desde esta redacción para ampliar la que sin duda constituye la noticia más destacada del año han resultado vanos. Fuentes de Moncloa aseguran que «el presidente está descansando y no concede entrevistas», mientras la ministra Portavoz estuvo ilocalizable durante toda la jornada de ayer. A falta de información, en los mentideros madrileños se multiplican las conjeturas. ¿Ha sucumbido Sánchez a la fatiga coincidiendo con los estragos de la sexta oleada Covid y su probado fracaso en la gestión de la pandemia? ¿Han precipitado su marcha los datos económicos reales que desmontan sus previsiones triunfalistas y auguran un 2022 más sombrío de lo que afirma la vicepresidenta Calviño? ¿Son las amenazas de sus socios independentistas las causantes de esta fuga tan repentina como sospechosa? ¿Le resulta intolerable su irrelevancia contrastada en el escenario internacional, donde ha sufrido reiteradas muestras de desprecio? ¿Existe algún escándalo de corrupción oculto que le induzca a retirarse antes de que le estalle en la cara? ¿O acaso (esta es la hipótesis más improbable) le han vencido los remordimientos por sus constantes cesiones a los etarras, sus humillaciones a las víctimas, los indultos concedidos a sediciosos irredentos o la radicalización perversa de la política española motivada por su pacto con comunistas, separatistas y herederos de una banda terrorista? A la hora de redactar esta columna todas las líneas de investigación están abiertas, aunque a falta de respuestas oficiales nos movemos en el ámbito de las especulaciones. Entre los periodistas que siguen al presidente han causado especial desconcierto las últimas palabras incluidas en el tweet: «Me voy por vergüenza torera». «¿Vergüenza torera?» -ha comentado a esta columnista una colega de sus ruedas de prensa sin preguntas-. «De lo primero anda escaso y en cuanto a lo otro, dudo que jamás haya visto un toro de cerca».

PD. El lector avezado habrá caído en que hoy es 28 de diciembre y esta columna responde a la tradición de publicar alguna inocentada, arraigada desde antiguo en las páginas de ABC. Como cuando en 1994 ‘informó’ de que el PP se disponía a fichar a Baltasar Garzón como número dos de su lista por Madrid. Claro que aquella resultaba mucho más plausible que esta. Lo de hoy es puro humor negro, a juego con el ánimo imperante.