ABC 15/12/15
RAMÓN PÉREZ-MAURA
· El candidato socialista hizo el ridículo argumentando con una portada de «El País» que no mantendrá ni el que la hizo
DEBATE, lo que se dice debate, en esta campaña electoral sólo hemos tenido uno. El de anoche. Porque un debate consiste en que dos partes discutan sobre un mismo tema. Cada una de esas partes puede estar integrada por una persona o por un equipo. Pero al final, el debate debe presentar dos planteamientos contrapuestos sobre un asunto dado. Los campeonatos de debate –de los que tanto sabe Albert Rivera– se hacen entre dos equipos. No entre tres o cuatro. Y hasta que llegamos al debate de anoche entre Rajoy y Sánchez lo que tuvimos no eran debates. Eran más bien asambleas de facultad -en las que tan experto es Pablo Iglesias. Unas discusiones en las que cada uno intenta colar su idea y cuando alguien quiere replicarle tiene que esperar hasta que le toca su turno o romper las reglas de juego. Lo de ayer fue lo de verdad. Sánchez ganó a gritar. Arrancó la noche sobre el caballo de Atila, que a todos los efectos es como el de los cuatro jinetes del apocalipsis: explicó a todos los españoles que hoy están mucho peor que hace cuatro años. Él sabría qué cantidad de público comulga con una agresividad que más bien es la de un perdedor. La base del argumento de Sánchez era la portada de «El País» del 10 de junio de 2012, una que dudo que quien la hizo salga a dar la cara por ella hoy: «Rescate a España». ¿Cree el señor Sánchez que los Españoles no saben lo que fue el rescate de Grecia, Portugal o Irlanda? Intentar vender a tu electorado que nos ha ido igual es la táctica de un suicida, quien sabe que políticamente, para él, era el de ayer un debate a vida o muerte. Y si vas a morir, te lo juegas todo. Aunque puedas perder tu vida política en ello.
Como dijo Mariano Rajoy al final del debate Pedro Sánchez «no ha dicho una cosa buena» de los últimos cuatro años en España. El heredero del Partido Socialista de Zapatero está en su derecho de intentar convencer a los españoles de que en los últimos cuatro años les ha ido peor que en los cuatro o los ocho años anteriores.
Lo malo después del debate de anoche es que quizá los datos no valieron para nada. Sánchez intentó llenar de basura todo sin conseguir argumentar casi nada. Y después de un debate así, cuando uno tiene la oportunidad de argumentar y contra argumentar, lo más absurdo es decir mentiras, porque al día siguiente, con la paz del papel, todas quedan al descubierto. Lo serio, lo relevante, es que un candidato tan desesperado como Pedro Sánchez anoche no iba a debatir sino a derruir. Es lo que hace quien sabe que no tiene ningún futuro.
Frente a los argumentos de Mariano Rajoy lo relevante era gritar más que él. Y a fé que lo hizo. Pero es más que dudoso que la actuación de Pedro Sánchez ayer haya rendido un servicio a las candidaturas de su partido.