Isabel San Sebastián-ABC

  • El único interés del presidente es garantizar su futuro, en España o en un cargo internacional bien pagado

«Información vaginal, éxito asegurado». Parafraseando a nuestra fiscal general, Dolores Delgado, en amistosa charla con el comisario corrupto Villarejo, podemos afirmar que con Sánchez en La Moncloa tenemos asegurada la ruina de los españoles. De la mayoría, se entiende. Ni del presidente, ni de sus amigos, ni de su familia.

Desde su llegada al poder, aupado por comunistas, golpistas y cómplices de terroristas, el jefe del Ejecutivo ha tenido dos únicos intereses: garantizar su futuro, ya sea aquí o en un cargo internacional bien pagado, y transformar el país mediante un proyecto de ingeniería social característico de los regímenes totalitarios, ya sea por voluntad propia o a instancias de sus socios. Todo lo demás le queda grande o le resbala, empezando por la economía, íntimamente ligada a nuestra menguante influencia en el mundo.

España se enfrenta a un bienio sombrío, con varios fantasmas en el horizonte a cuál más aterrador. La inflación supera el ocho por ciento mientras el crecimiento no pasa del cuatro, lo que significa que somos cada vez más pobres. Él culpa de todo a la guerra, como antes se escudó en el Covid, pero lo cierto es que nuestros males se deben a su incompetencia. En plena crisis energética propina una patada gratuita a Argelia, sin más motivo que la sospecha de un chantaje derivado del espionaje a su móvil, y abre un frente que provocará un notable encarecimiento del gas. En lugar de bajar los impuestos al menos a los más vulnerables, única vía de alivio a nuestros maltrechos bolsillos, los sube para financiar el derroche de sus políticas de gasto inútil, maquillaje de las cifras del paro a base de empleo público y compra descarada de votos. No contento con ello, desprecia la ayuda europea por su incapacidad para articular proyectos susceptibles de recibir financiación o su rechazo a cumplir las condiciones exigidas por Bruselas. De los 27.000 millones de ‘maná’ previstos para este año, se han ejecutado 680 (un 2,5 por ciento). En cuanto a los 140.000 anunciados a bombo y platillo, la contrapartida principal es la reforma de un sistema de pensiones insostenible en su configuración actual, cuyo coste electoral no está dispuesto a asumir nuestro ‘conducator’ patrio. ¿Conclusión? El auxilio prometido se quedará en mera limosna, los tipos de interés subirán, ya están subiendo, afectando a las hipotecas y lastrando aún más el consumo, y el Banco Central Europeo dejará de comprar automáticamente nuestra deuda (el 120 por ciento del PIB), lo que traerá de nuevo a escena a la abominable prima de riesgo. O sea, el coste de un dinero que hasta ahora salía gratis.

Cuando pasen las alegrías veraniegas, estallará esta tormenta perfecta. Tal vez no descargue en la calle, controlada por la izquierda, pero calará en los hogares y llegará hasta las urnas. Esperemos que no sea tarde para evitar la quiebra.