Jorge Vilches-Vozpópuli
- El acuerdo firmado por la ministra González Laya es un fracaso del Gobierno español a tenor de las promesas socialistas de hace dos años y de las condiciones pactadas por Rajoy
Fabián Picardo, el ministro principal de Gibraltar, está feliz. No es de extrañar porque el Gobierno español ha desistido de todo lo que exigía hace dos años. Pedro Sánchez ha renunciado a que España tenga la cosoberanía de Gibraltar. Se comprometió a ello el 24 de noviembre de 2018. En una de sus innumerables comparecencias televisivas el presidente dijo que España había levantado el veto al Brexit con una serie de condiciones. La principal era la cosoberanía de Gibraltar, porque, dijo, “la integridad territorial, la soberanía nacional, son elementos presentes en la identidad de nuestro país”.
La situación del Peñón era impropia de la época, afirmó Sánchez hace dos años. Era un territorio a “descolonizar” según dictaba el Derecho Internacional y la ONU. Además, tenía un “régimen de excepción” con respecto a la legislación británica y un acceso al mercado interior de la Unión Europea que producía “consecuencias negativas” para el campo de Gibraltar. Campanudo, el presidente sentenció que no hacía falta más que ver la diferencia económica entre ambos sitios, el Peñón y el Campo, para darse cuenta de la injusticia. Esa situación social, “además de la soberanía nacional y de la integridad territorial” eran, dijo, “temas de Estado”.
Sánchez llegó a decir en un foro organizado por The Economist, uno de los grandes semanarios mundiales, el 20 de noviembre de 2018, que esa cosoberanía era «fundamental desde el punto de vista de la identidad, de la esencia del país”.
Beneficios del mercado único
Nada de esto se ha cumplido porque Gibraltar seguirá siendo una colonia británica acogida a la legislación del Reino Unido y con todos los beneficios de pertenecer al mercado de la Unión Europea. En consecuencia, ese malestar de la población del Campo de Gibraltar, esa situación injusta, esa falta de concordancia con el deseo de la integridad territorial e identidad nacional, ya no importan nada. De nuevo las palabras de Pedro Sánchez han caído en saco roto. Quizá ponga otra pegatina en la verja de Gibraltar y quede tan contento.
Aquel mes de noviembre de 2018, Theresa May, la primera ministra británica, metió un gol a la diplomacia española. De hecho, May dijo: “Reino Unido no renuncia, orgullosa, a Gibraltar”. El artículo 184 del Tratado de Retirada no hablaba de Gibraltar, no especificaba, como había asegurado Sánchez, que el acuerdo futuro en la UE y Reino Unido no se aplicaría al Peñón a menos que España diera su consentimiento. El Gobierno de Sánchez dio su visto bueno con la condición de avanzar en la cosoberanía, ya que tenía el objetivo de acabar con la excepcionalidad de Gibraltar. Bueno, ahora el VAR ha ratificado ese gol.
Condiciones comunitarias
El Consejo Europeo y la Comisión Europea se limitaron a dar un apoyo moral a Sánchez, que es como decir que se lavaban las manos. Eso supuso la muerte del punto 24 de las directrices europeas del Brexit logrado por el gobierno de Rajoy, en cuanto al cambio de soberanía de Gibraltar en cuanto saliera el Reino Unido de la Unión Europea, o bien que se dejaran de aplicar las condiciones comunitarias. Esto colocaba a España en una situación de fuerza para negociar. Sin embargo, con Sánchez, ni una cosa ni otra, sino la victoria del Reino Unido y la excepcionalidad de Gibraltar.
La declaración sobre el estatus de Gibraltar ha llegado después del acuerdo, a última hora, sin que las autoridades británicas le dieran demasiada importancia
El acuerdo firmado por la ministra González Laya es un fracaso del Gobierno español a tenor de las promesas socialistas de hace dos años y de las condiciones pactadas por Rajoy. Sánchez se comprometió el 12 de diciembre de 2018 en el Congreso de los Diputados a que el acuerdo de la UE con el Reino Unido contemplaría la relación con el Peñón que impusiera España. Pero ha sido al revés. La declaración sobre el estatus de Gibraltar ha llegado después del acuerdo, a última hora, sin que las autoridades británicas le dieran demasiada importancia, como si todo estuviera cerrado mucho antes o Sánchez no les infundiera ningún respeto.
La clave, dijo Sánchez a finales de 2018, era que la UE había aceptado el protagonismo español y que Gibraltar iba a ser objeto de “negociación directa”, dentro del compromiso de la “integridad territorial de los estados”. Sánchez se quiso apuntar el tanto: “Europa y Reino Unido han aceptado nuestras exigencias”.
Fraude fiscal y contrabando
No ha sido así. Se han aceptado las condiciones de Gibraltar, no las de España, y se ha permitido que el Peñón siga siendo británico y como si perteneciera aún a la Unión Europea. El Gobierno español dirá que todavía quedan cosas por acordar, pero es falso. Los “flecos” pendientes de negociación son mínimos, como el precio del tabaco o los controles telemáticos.
Se ha perdido una oportunidad histórica para recuperar la soberanía, al menos parcial, sobre el Peñón. España podía haber utilizado la situación económica en la que quedaba Gibraltar para pactar con el Reino Unido un avance en este empeño, pero Sánchez ha perdido. El Peñón seguirá con su fraude fiscal y su contrabando, como si nada, mientras los habitantes del Campo de Gibraltar, sus ocho municipios, seguirán sufriendo las “consecuencias negativas” de las que hablaba el Presidente. Seguimos, pues, entre la mentira y el fracaso.