Isabel San Sebastián-ABC

  • El presidente acumula méritos sobrados para ser recordado como un cobarde que renunció a defender España

Hace aproximadamente trece siglos, después del primer Alfonso y antes del segundo, existió en Asturias una sucesión de reyes que pasó a la historia con el título infamante de ‘holgazanes’, por faltar a su deber de combatir. A diferencia de quienes les precedieron y siguieron en el trono, esos monarcas se negaron a luchar contra los invasores que pretendían someterlos a su yugo y optaron por pagar a los emires de Córdoba onerosos tributos consistentes en oro, plata, partes sustanciales de las cosechas y doncellas destinadas a los harenes andalusíes, con el vano empeño de evitar las feroces aceifas que prácticamente cada verano llevaban a cabo sus ejércitos en busca de botín y cautivos. Ninguno de esos holgazanes se llamó Sánchez. Tampoco Pedro. Sus nombres fueron Aurelio, Silo, Mauregato y Bermudo. Pero aquí y ahora propongo incorporar a la lista al actual presidente del Gobierno, ya que acumula méritos sobrados para ser recordado como un cobarde aferrado a la poltrona que renunció a defender España y prefirió someterse al chantaje de quienes pretenden romperla.

Los hechos pasados nos enseñan que una paz duradera y justa jamás se compra con cesiones. O sea, que indultar ‘gratis et amore’ a quien ha proclamado la independencia de Cataluña, poniéndose la Constitución por montera, lejos de disuadir futuras intentonas, constituye un acicate irresistible para que el perdonado reincida sin tardanza. Tan es así, que los propios sediciosos tienen trazado un plan detallado, recogido en un documento incautado por la Guardia Civil, en el cual se enumeran los pasos a seguir en aras de conseguir su objetivo: mayoría absoluta en las urnas (alcanzada el pasado mes de febrero, en plena pandemia, con una participación mínima); indultos (en ciernes); mesa de negociación bilateral que debilite al Estado al dividir a los partidos políticos e impedir que España ofrezca ante Europa y el mundo una posición unitaria (comprometida por el Ejecutivo con carácter inmediato); celebración de un referéndum de autodeterminación pactado o, si no fuera posible el acuerdo, regreso a la unilateralidad, una vez excarcelados los condenados y gravemente minadas la autoridad de la Justicia y la fortaleza del Gobierno para hacer valer la Ley. Esa es la hoja de ruta, que se está cumpliendo al milímetro. Frente a esta evidencia incontestable, que obra en poder del juez, el holgazán Sánchez trata de tapar sus vergüenzas apelando a la ‘magnanimidad’, pidiéndonos que confiemos en la buena voluntad de quien no muestra el menor signo de arrepentimiento y aferrándose a unas declaraciones de Junqueras, hechas con la boca chica, cuya motivación no es otra que sus ansias de abandonar la cárcel.

Ni los reyes asturianos impidieron con sus tributos los estragos sarracenos, ni el presidente felón frenará a los independentistas con impunidad y privilegios. Para defender la libertad e igualdad de todos los españoles es preciso armarse de principios, convicciones y coraje democrático. Hasta los dientes.