Fernando Garea-El Confidencial
- Moncloa pospone los Presupuestos para utilizar el pleno como un debate de investidura que compacte el bloque de sus socios frente al de Vox y PP
Hace unas semanas, el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, sondeó a algunos partidos de izquierda para ver si era posible que ninguno interviniera en el debate de la moción de censura de Vox y minimizar así el eco que tendrá para el partido de Santiago Abascal. La gestión terminó solo en un mero sondeo, porque el Gobierno le dijo que de ninguna manera, que es una ocasión política estupenda y que no piensa desaprovecharla dejándola en un monólogo del líder de Vox. Y, de hecho, se tomó hace semanas la decisión en Moncloa de aplazar y posponer acontecimientos como la aprobación de los Presupuestos, para poder rentabilizar políticamente la iniciativa de Vox y utilizarla como palanca del acuerdo sobre las cuentas del Estado.
La moción de censura de Santiago Abascal (Vox) que se debate y vota el miércoles y el jueves en el Congreso será la que menos votos a favor tenga de las cinco presentadas en la historia constitucional.
A Sánchez siempre le ha venido bien que exista un partido como Vox, que le permite alejar al PP del centro y polarizar con la idea del «ellos y nosotros»
Su anuncio fue recibido en julio con satisfacción por Pedro Sánchez y su equipo y con incomodidad manifiesta por Pablo Casado. Desde entonces el escenario político solo ha cambiado porque se ha polarizado y embarrado aún más, y esas sensaciones se mantienen. Días antes del debate ha habido dudas en Moncloa sobre cómo afrontar ese pleno, respecto a los mensajes y a los formalismos de la sesión parlamentaria, incluida la propia intervención de Pedro Sánchez, en correspondencia con sus dudas habituales sobre cómo tratar a Vox.
No hay obligación de que el presidente del Gobierno intervenga, pero hasta ahora lo han hecho todos los sometidos a una moción, Adolfo Suárez, Felipe González y Mariano Rajoy. El presidente del Gobierno puede intervenir siempre que quiera y en cualquier momento durante el debate. O no hacerlo y dejar que sólo lo hagan los portavoces de los grupos. Pero tendría que explicar su presencia silente en el debate y la renuncia a defenderse a sí mismo, a su gestión y a su Gobierno.
A Sánchez siempre le ha venido bien que exista un partido como Vox, situado en la ultraderecha. Le permite colocar al PP en ese espectro, alejarle del centro, y polarizar con la idea del «ellos y nosotros», además del efecto fundamental según el cual la división de la derecha en tres partidos diferentes hace muy difícil (casi imposible), por simple aritmética electoral, que pueda haber una mayoría alternativa a la que lidera el PSOE.
Salvando diferencias, François Mitterrand alentó en su momento la creación y crecimiento del Frente Nacional para dividir a la derecha, aunque aquello haya terminado con que el partido que ahora lidera Marine Le Pen sea el más votado.
Por ello, para la Moncloa es una bendición del cielo la moción de censura de Vox, sobre todo en vísperas de la primera votación sobre los Presupuestos Generales del Estado. Al presidente del Gobierno le permitirá que sus potenciales socios reciban un mensaje que sea algo así como: «O apoyáis los Presupuestos o vendrán ellos, los del PP y Vox». Y a partidos como PNV o ERC se les quitarán las dudas (si las tenían) para apoyar las cuentas y prolongar la legislatura, por ejemplo, cuando escuchen a Abascal abominar del Estado descentralizado. Es la idea recurrente que indica que lo que más justifica y une al Gobierno de coalición y sus apoyos es lo que hay al otro lado del hemiciclo. En eso se basa la estrategia de la Moncloa, hasta el punto de considerar que para Sánchez más que una moción de censura es un nuevo debate de investidura. Y así lo plantearán.
Ya hubo un ensayo por parte del presidente en la sesión de control del miércoles, cuando al responder a Abascal se dirigió al líder del PP. «Señor Abascal, señor Casado, veo que hay un poco de coordinación en sus preguntas» y «Le diré una cosa, señor Casado. Fíjese en lo que está haciendo usted abriendo la puerta a la ultraderecha. Fíjese en lo que está haciendo usted con su estrategia de oposición de crispación, de provocación y de insultos. Reflexione, piense qué va a hacer usted durante la próxima semana en la votación de la moción de censura; si va a votar a favor, si va a votar en contra o se va a abstener y se va a poner de perfil ante una moción de censura liderada por la ultraderecha. Piénselo, señoría. La respuesta la tendremos la próxima semana y le insto a que rectifique, a que centre a su partido, a que lo modere, a que cumpla con la Constitución y vuelva a ser el Partido Popular un partido de Estado».
Esa será la primera parte de la estrategia que prepara Moncloa, la de «señor Abascal, señor Casado», la de la recurrente «foto de Colón». El objetivo es identificar al líder del PP con Abascal y, previsiblemente, insistir estos días en lo de la renovación del Consejo General del Poder Judicial y, por supuesto, para sacar a colación en la agenda política los casos de corrupción que afectan a Génova.
Pero, a partir de ahí, se ha dudado sobre la conveniencia de formular réplica al aspirante en la moción de censura y líder de Vox. Si entrar a discutir las acusaciones hiperbólicas del líder de Vox.
Cómo responder a Vox
Por ejemplo, el texto de la moción de censura registrado por Abascal incluye frases como «es un Gobierno legal, pero ilegítimo en la medida en que su conformación ha tenido lugar mediante fraude al electorado español»; «la gestión criminal de la pandemia de enfermedad por coronavirus»; «el Gobierno es cómplice de una invasión migratoria silenciosa»; «el actual Gobierno social comunista no tiene un proyecto de país. Tiene un proyecto de poder. Y ese proyecto pasa por imponer en España un cambio de régimen que exige someter —y neutralizar— a todos y cada uno de los contrapoderes que están llamados a frenar al Poder Ejecutivo»; «el señor Pedro Sánchez aprovechaba la crisis sanitaria para consumar un golpe institucional en el Congreso de los Diputados el pasado 19 de marzo, encontró en la pandemia un aliado inesperado en su objetivo de transformación de nuestro modelo de sociedad para implementar en España un cambio de régimen que nos aproxima al modelo chavista venezolano» y «corrupción vinculada a narcodictaduras y regímenes totalitarios».
Y esta semana en el agrio y tenso pleno, diputados de Vox han pronunciado frases como «ustedes están al frente de un golpe contra el Estado de derecho, contra el rey constitucional, contra la justicia independiente y contra la oposición democrática» y «usted, señor Iglesias, usted es un auténtico matón, porque practica el matonismo político».
No responder a las acusaciones de Vox puede dar imagen de tibieza, pero lo contrario conseguiría dar a Abascal la condición de líder de la oposición
El miércoles se escucharán expresiones similares de Santiago Abascal y de su portavoz Ignacio Garriga. ¿Debe responder a eso el presidente del Gobierno?, se preguntan los asesores de Sánchez que trabajan en sus discursos. Y en sus réplicas, porque suele llevarlas escritas.
Si no lo hace puede dar imagen de tibieza y si lo hace se enredaría en esas expresiones, aunque conseguiría dar a Abascal la condición de líder de la oposición, por delante de Casado. La respuesta está en la certeza de que el rival en ese debate es Casado, no Abascal, y debe ser la víctima política de la moción.
El dilema de Casado
Y Casado, ¿qué debe hacer? Para el líder del PP es mucho más complicado, porque quien presenta la moción es su rival electoral. Tiene un papel muy secundario, tanto que podría borrarse y no intervenir para que lo haga la portavoz parlamentaria y, en todo caso, hablará al final porque los grupos hablan de menor a mayor y al PP le tocará probablemente el jueves por la mañana si no da tiempo a que lo haga el miércoles a última hora de la tarde. Tampoco nunca antes ha dejado de intervenir en una moción de censura el máximo responsable de un partido.
En Génova se han planteado si interviene él y, sobre todo, cómo encuentra su lugar en un debate en el que puede resultar atrapado entre Abascal, que pugna por su espacio, y Sánchez, al que pretende hacerle una oposición implacable. Puede quedar ninguneado entre ambos.
Hay dirigentes del PP que sostienen que debía haber aclarado antes que sus diputados votarán que no, para disipar la duda cuanto antes y evitar que se mantenga el foco sobre su sentido de voto. Pero tampoco puede alejarse de las críticas de Vox a Sánchez, entre otras cosas porque el PP ha asumido parte del discurso y el lenguaje del partido de Abascal, según se puso de manifiesto en la rueda de prensa del martes de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, en la que utilizaron expresiones como «dictadura y autoritarismo del Gobierno» o «secuestro de los ciudadanos». De alguna forma, el PP ha estado durante días justificando (sin querer) en sus discursos públicos los argumentos de la moción de censura de Vox.
El PP no puede competir con Vox en mensajes duros, mientras que el CIS señala que Abascal está mejor valorado que Casado entre el electorado de derechas
Esos mismos dirigentes explican que Casado debería en algún momento dirigir su estrategia contra Vox y aprovechar para eso el debate de la próxima semana. Presentar al PP como el partido que lidera la oposición, pero institucional y de Estado, a diferencia de Vox, y, por tanto, dispuesto a acordar renovaciones de instituciones. Aunque eso le puede situar en la «derechita cobarde» o en lo que fue antes aquello de «maricomplejines», dedicado a Mariano Rajoy. El PP no puede competir con Vox en mensajes duros, aunque lo intente.
El CIS conocido esta semana señala que Abascal es el líder mejor valorado por sus votantes. Obtiene una valoración de 6,0 entre los electores de Vox y un 3,6 entre los del PP y Casado logra un 4,5 entre los votantes de su partido y un 3,9 entre los de Vox. Si fuera posible hacer una media, podría colegirse que Abascal es el mejor valorado entre los electores de los dos partidos de derechas, lo cual resultaría más que llamativo y preocupante para Casado.
Y a eso va a jugar Abascal, a tomar la bandera de la «oposición real y sin complejos» en su gran día, sus minutos de gloria parlamentarios.
Iglesias: «Todas esas amenazas orales por su parte lo que revela es una enorme frustración. A ustedes les gustaría ser terribles fascistas, pero no pasan de acomplejados reaccionarios» https://t.co/KPugzUBuRg pic.twitter.com/deTq0ENghg
— El Confidencial (@elconfidencial) October 14, 2020
Obviamente, todo parece indicar que será otro pleno duro, con debates directos sin límites de Abascal con los portavoces de partidos como ERC, PNV, Bildu o PDeCAT, si es que intervienen. «A ustedes les gustaría ser terribles fascistas, pero no pasan de acomplejados reaccionarios», le dijo el vicepresidente Pablo Iglesias a la diputada Macarena Olona en el pleno del miércoles, y por esa vía discurrirá la moción de censura.