Jesús Cuadrado-Vozpópuli
Valoran al presidente del Gobierno español como el “tonto útil” que les va de perlas para la coyuntura actual
Dividir a Europa es un objetivo que comparten Donald Trump y Xi Jinping. De hecho, el viaje de Pedro Sánchez a Pekín en plena crisis arancelaria no podía ser más conveniente para los intereses de la dictadura. El Partido Comunista Chino tiene como objetivo declarado frente a la Unión Europea que las negociaciones comerciales sean país a país, no con la Comisión Europea en representación de los 27. Valoran al presidente del Gobierno español como el “tonto útil” que les va de perlas para la coyuntura actual. Y los datos les dan la razón.
Desde Moncloa se publicitan las visitas de Sánchez como muy útiles para los intereses comerciales españoles. Si fuera así, se reflejaría en la balanza comercial con China. Lo cierto es que, en seis años, las exportaciones españolas se estancaron y las chinas se han disparado. España exportaba en 2019 por un valor de 8.000 millones de euros y en 2024, por 7.000. En tanto el país del amigo Xi pasó con Gobierno sanchista de 28.000 millones a ¡45.000! Ese es el balance de los viajes del “doctor” y de su “química” con el sanguinario dictador.
Estas visitas le van muy bien a las empresas chinas. La buena sintonía que venden los publicistas de Moncloa solo ha servido para que China haya convertido el mercado español en un chollo. En este viaje, Sánchez declaró a los periodistas acompañantes que el déficit comercial con los chinos “es subsanable”, que su objetivo es reducir ese desequilibrio. Lo mismo dijo en las visitas anteriores, pero, a la vista de las balanzas del comercio entre ambos países, incluida la evolución 2023-2024, dato mata relato.
Pensar que China solo tiene aspiraciones de expansión comercial es una peligrosa ingenuidad. El dictador tiene programado convertir al país en primera potencia militar del mundo para 2050
La estrategia comercial china, basada en una asimetría comercial organizada para su beneficio, es de sobra conocida. Claudio F. González tiene publicado un libro imprescindible sobre la cuestión (El gran sueño de China, 2021), resultado de sus investigaciones sobre el terreno entre 2014 y 2020. El economista demuestra que China no es un mercado libre para las empresas españolas y que las ventajas de Estado que la dictadura de Xi Jinping proporciona a las empresas chinas les permite competir con ventaja en España. ¡Asimetría comercial! Para enfrentarse a esa anomalía, la UE necesita hablar con una única voz, no país a país, como quieren los chinos con el apoyo de espontáneos como Sánchez y Zapatero.
A estos dos se les debería preguntar si saben quién es Xi Jinping. Hace desaparecer opositores con más eficiencia aún que su aliado Putin y ha sido calificado con acierto como un dictador marxista-leninista. Para evitar dudas, este Stalin contemporáneo ha declarado: “Hay gente que cree que el comunismo es una esperanza inalcanzable, pero no está caducado”. Pensar que China solo tiene aspiraciones de expansión comercial es una peligrosa ingenuidad. El dictador tiene programado convertir al país en primera potencia militar del mundo para 2050 -o antes-. ¡Con las democracias liberales como enemigo declarado!
Quienes conocen cómo Zapatero ha afiliado el PSOE al castrista Grupo de Puebla no se sorprenderán por la aproximación al Partido Comunista Chino, como han hecho todos los gobiernos castrochavistas iberoamericanos
Pocas bromas con la química entre Sánchez y Xi. Como explica el famoso economista Nouriel Roubini, vivimos una nueva guerra fría en la que China sustituye a la Unión Soviética, ahora como “un capitalismo de Estado en el que el árbitro es una autoridad política incontestable”. Con ese régimen “negocian” Sánchez y Zapatero al margen de la UE. Cuentan con el apoyo militante del Partido Comunista español, socio en el Gobierno, que titulaba así un manifiesto de su Comité Central: “La visita de Pedro Sánchez a China, una oportunidad para España”. Solidaridad entre camaradas.
Esta visita a China del sanchismo recuerda la del gobierno kirchnerista argentino en febrero de 2022, en pleno proceso de descomposición interna. El inefable presidente Alberto Fernández viajó a Pekín buscando una tabla de salvación para su situación política insostenible. Él también ofreció Argentina “como puerta de entrada” de China en América Latina. Al pupilo de Cristina Kirchner, como ahora a Sánchez, Xi Jinping le ofreció “acuerdos de inversión, cooperación económica y ventajas comerciales”. Otro tonto útil.
Quienes conocen cómo Zapatero ha afiliado el PSOE al castrista Grupo de Puebla no se sorprenderán por la aproximación al Partido Comunista Chino, como han hecho todos los gobiernos castrochavistas iberoamericanos. Obviamente, la visita a Pekín organizada por el expresidente no se ha coordinado con la Comisión Europea. Pero, en medio de la monumental crisis arancelaria, no es momento de apoyar a Trump, como hace Abascal, ni a Xi Jinping, como hace Sánchez. Es la hora para que Europa negocie con una única voz. ¿No lo entienden?