Pedro Sánchez comparecía ayer para dar cuenta del balance de fin de curso. Predicar con el ejemplo se llama esta figura. Ya que las víctimas principales de su ministra de Educación no aciertan a pasar de curso con procedimientos tradicionales como las recuperaciones en la ESO y la repetición de curso, el presidente ha dado un paso al frente, explicando ante la peña como se las apaña para sobresalir sin esfuerzo: Él se pone las calificaciones, y le sale sobresaliente en todas las materias.
No hay mucho misterio, lo explicaba Rosa Díez en un tuit bastante bien traído: un presidente del Gobierno que no sabe qué cosa es una nación, nombra portavoz del Grupo parlamentario que lo sostiene a un diputado que no sabe lo que es el principio de Arquímedes. Pedro Sánchez Pérez estuvo aproximadamente una hora dando cuenta de lo suyo y no estuvo más tiempo porque tenía que coger un Super Puma para acercarse a torrejón de Ardoz donde le esperaba el Falcon que había de llevarle a los Balcanes. Patxi dio cuenta de lo suyo con un argumento que le gusta mucho: para qué y a quién sirve el PP, a lo que respondió el presidente de los populares vascos que para hacerle lehendakari sin pedirle nada a cambio. Yo creo que el señor Iturgaiz debió añadir a continuación: “Lo sentimos mucho y pedimos perdón a los españoles por esta estupidez. Nunca volveríamos a cometer semejante disparate”.
El doctor hizo suyo el título de la serie ‘Servir y proteger’ y explicó a quién corresponde cada acción: la derecha y la extrema derecha sirven a los poderosos, mientras ellos se encargan de proteger a las clases medias y trabajadoras. Al menos docena y media de veces repitió cada concepto. “Este Gobierno no olvida para quien gobierna. Servimos a la clase media trabajadora, y, cuando sea preciso elegir, estaremos ahí para ellos, aunque seamos incómodos para algunos poderes”.
¿Y cuáles son esos poderes, que a él le parecen ocultos, si puede saberse? Muy fácil: la banca y las empresas energéticas. El presidente del Gobierno ha puesto ejemplos: algunos dirigentes de bancos, la señora Botín y el señor Galán; si protestan es que vamos en la buena dirección. Esta es una elección que debería proporcionar algunas conclusiones a Ana Patricia Botín, que para colmo nos ha salido progre.
Estuvo triunfalista, como suele, aunque su discurso apenas tocaba la realidad. Acusó al PP de tener intereses ocultos. ¡Él, que se ha negado a explicar lo que gasta con el Falcon, quienes son los amiguetes a los que se lleva de vacaciones, cual era el cometido su mujer, su horario de trabajo y sus honorarios! El doctor Fraude practicó su suerte maestra que es el plagio de ideas (o de ocurrencias) ajenas e inmediatamente antes de montar al Super Puma para quemar 180 litros de queroseno tuvo unas recomendaciones piadosas para los periodistas invitándoles a quitarse la corbata en una medida que ya había descubierto el ministro Sebastián en la época de Zapatero.
No dijo ni una palabra sobre los delincuentes Chaves y Griñán, condenados por el Tribunal Supremo por el latrocinio de los EREs. Tampoco debía de ser un asunto interesante para los periodistas porque nadie le preguntó. Y había dado su opiniónla víspera, con una estupidez que le había copiado a Pilar Alegría, su indocumentada ministra de Educación: Pagan justos por pecadores.