Han pasado apenas cinco días de la gran victoria de Juanma Moreno Bonilla y del fenomenal batacazo de las izquierdas en Andalucía, y la maquinaria monclovita insiste en desplegar, como mandan los manuales, una apretadísima agenda para que todo quede atrás cuando antes. Y con cierto éxito.
La política española sigue siendo una máquina de triturar acontecimientos. Sólo en lo que llevamos de semana ya hemos asistido a la obligada renuncia de la valenciana Mónica Oltra. Al anuncio por parte del Ejecutivo Sánchez de que el Consejo de Ministros bajará el sábado el IVA de la luz del 10% al 5% -como había pedido el mismo PP que se abstuvo cuando el Gobierno de izquierdas lo bajó del 30% al 10%-. Y a la confirmación ayer mismo de que el presidente tendrá su foto con Joe Biden, al que recibirá el martes en La Moncloa, apenas ponga un pie en España para participar en la cumbre de la OTAN.
Tras los sucesivos descalabros del PSOE en Madrid, Castilla y León y Andalucía es lógico que empiecen a sonar tambores de cambio de ciclo político. Muchos impulsados por el PP y su entorno mediático. Otros procedentes de la mera constatación de los datos electorales.
La partida no ha terminado. No lo hará hasta las generales de dentro de año y medio. Pero Pedro Sánchez sigue cogiendo malas cartas para esa mano final y no digamos ya sus aliados de la izquierda más radical. Justo lo contrario que el PP de Núñez Feijóo que casi ha terminado de fagocitar a Ciudadanos, que parece en condiciones de frenar a Vox y que empieza a meter la cuchara en el electorado más centrado del PSOE. El presidente va a necesitar completar la cuadratura del círculo para aspirar a invertir la situación.
Moncloa lamenta, y con razón, que su agenda social no se esté traduciendo en apoyos. Claro que no es fácil que así sea cuando impera la bronca diaria entre los socios, y del PSOE con los partidos del bloque de investidura, por más que se suba el salario mínimo, se reforme la legislación laboral o se arbitren ayudas contra la crisis. Menos aún cuando se rechaza bajar el IVA de la luz del 10% al 5% por ser «una medida cosmética» y ahora se va a hacer aunque según Teresa Ribera ello «no resuelve el problema». Y cuando sigue sin meterse mano a los fabulosos beneficios caídos del cielo de eléctricas, petroleras y gasísticas, como sí han hecho el Reino Unido y la Italia de Draghi.
Sánchez sabe que para no ir de bofetón en bofetón en el Congreso precisa de EH Bildu o ERC. Pero ello le resta el apoyo de parte del electorado socialista más centrado. Sánchez necesita también que Yolanda Díaz acabe con las guerras de guerrillas y los protagonismos a la izquierda, y articule un bloque sólido que se traduzca en 30 ó 40 escaño. Pero, ¿de verdad existe tal bloque? Podemos fue una ilusión que sus líderes han triturado. Y cada vez parece más complicado que Díaz logre reactivarla.
Malas, muy malas noticias, para Sánchez. Pero aún no irreversibles.