HERMANN TERTSCH-ABC

Los socios golpistas del presidente le demandan que delinca con ellos

ALONSO Cuevillas, el abogado del prófugo por rebelión, sedición y malversación, Carles Puigdemont, le ha exigido abiertamente al Gobierno de Pedro Sánchez que «neutralice al partido Vox», única acusación particular presente contra los golpistas. Cuevillas recomienda al Gobierno de Sánchez que «utilice los mecanismos que tiene el Estado». Que si no logra convencer a Vox por las buenas, investigue a Vox para buscar elementos de coacción. Como ven, los aliados de Sánchez le creen capaz de todo lo que le creen capaz sus peores enemigos. Estos están convencidos de que el presidente y su gabinete extremista son capaces de cualquier cosa por lograr su permanencia en un poder conquistado de forma tan grotesca y anómala con sus 84 escaños. Capaces de todo, hasta de auspiciar intencionadamente un enfrentamiento civil entre españoles. Desde luego, es difícil negar que desde su llegada al poder parece cada vez más probable. El abogado Cuevillas recomienda sin pudor en RAC1 al gobierno que lance una «investigación prospectiva», ilegal, para obligar a Vox a abandonar el caso. Pide una guerra sucia para acabar con el único partido que se presentó como acusación particular contra el golpismo separatista catalán. Gracias a Vox, la justicia ha podido actuar como eficaz arma del Estado de Derecho. La inaudita demanda de Cuevillas se supo ayer. De momento, el Gobierno no ha rechazado la propuesta criminal. Y ya están tardando el PP y Ciudadanos en denunciar esta aberración y solidarizarse con Vox que ha hecho solo lo que también era su deber. Sepan que quien pone trampas en la cloaca a un partido se los puede poner a tres.

España sufre un tsunami de frenesí sectario con decretos inauditos, nombramientos escalofriantes y proyectos de ley despreciables por parte de un gobierno que pretende poner patas arriba a la sociedad española. Y quiere hacerlo ya. Resulta aterrador el desprecio del gobierno hacia los intereses e inquietudes de todos aquellos españoles que creen en una sociedad abierta, democrática y razonable y no participar en la orgía revanchista, la manipulación informativa colosal y colectiva y la permanente sobredosis ideológica frentepopulista con la que al final quiere destruir, nadie se engañe, el marco legal existente de la monarquía parlamentaria.

Ya está claro que la presencia de algún político moderado en ese gobierno era una mera hoja de parra para esconder las vergüenzas de una tropa furiosa de ministras sectarias y agresivas. Que no tienen otro objetivo que producir anuncios de medidas y leyes, gestos y alardes ideológicos que satisfagan a los más radicales del izquierdismo comunista de Podemos. Al que tienen orden de disputar de aquí a 2020 los votos y el mensaje. Esta demencial deriva sectaria lleva al Gobierno socialista mucho más allá de la retórica radical porque ya ha tomado medidas que son una declaración de guerra contra amplias capas de la sociedad española. Solo así cabe interpretar su voladura del pacto educativo, el desprecio a todos los demás integrantes del mismo como la masiva operación de castigo contra la verdad, la libertad y la conciencia libre de los españoles que es la nueva Ley de Memoria Histórica. Ni los irresponsables ataques a combustibles y energías que ponen en peligro a sectores enteros de producción. O las grotescas medidas de control y experimentación social en las relaciones sexuales que liquidan los restos de igualdad ante la ley así como la presunción de inocencia. Parece que Sánchez y ese núcleo de ministras tienen diseñada su guerra civil retórica y virtual. Cuidado. Porque las palabras de Cuevillas revelan que sus socios consideran a Sánchez un aliado del golpismo tan capaz de violar las leyes como ellos en Cataluña con el permanente golpe de Estado. Y nada de eso es virtual.