Koldo es que el que espera

Koldo García Izaguirre es un tipo al que José Luis Ábalos conoció como portero de un puticlub, el Rosalex de Pamplona. Allí lo conoció Ábalos, no me preguntes porque no tengo datos, qué había ido a hacer allí ni cuantas veces para acabar teniendo confianza y amistad, porque lo convirtió en su escolta, chófer, y hombre de confianza, que fue pieza clave en el encuentro de su jefe con Dalcy la famosa noche de las maletas en el aeropuerto de Barajas. Cuando Ábalos fue nombrado ministro de Transportes, lo nombró asesor y consejero de Renfe. Cuenta Vozpopuli que Marlasca le adjudicó a dedo la compra de mascarillas por valor de 3,5 millones de euros, según reconoció el propio ministro del Interior por recomendación de Ábalos. Francina Armengol, entonces presidenta balear y Víctor Torres, entonces presidente canario, le dieron también a dedo, 10 millones. DE Pamplona a Madrid se lo llevó Santos Cerdán.

Koldo, un matón, tenía un historial con dos condenas por delitos de lesiones tras apalear a dos personas y ayer fue detenido por la UCO: había cobrado comisiones ilegales por la compra de mascarillas. Presuntamente, que no se me olvide el presuntamente. Pedro Sánchez escribió de él en 2014: «Pamplona nos descubrió a uno de los gigantes de la militancia en estas tierras navarras». Un ejemplo para la militancia, resumió y le llamó “el último aizkolari socialista”. Vistas así las cosas hay que darle la razón.

Sin que sirva de precedente, hoy quiero empezar con un tuit de Lucía Méndez con el que, Laus Deo, estoy particularmente de acuerdo: “Es muy extraño que se dé más credibilidad en España al Ministerio de Justicia de Suiza que a los jueces de la Audiencia Nacional sobre los presuntos delitos que haya podido cometer Marta Rovira. Como si Suiza fuera ejemplar, se permite descalificar a la democracia española”.

Por otra parte, ayer saltaba la noticia de que los fiscales del Tribunal Supremo, que se mostraron a favor de investigar al expresidente catalán Carles Puigdemont por terrorismo, consideran por una amplia mayoría de 11 contra cuatro que el prófugo asumió el «liderazgo absoluto» de Tsunami Democràtic, «un grupo organizado de carácter terrorista», por lo que «no cabe duda alguna de que los hechos encajan perfectamente» en el delito de terrorismo.

Pedro Sánchez hacía cumbre ayer en la sesión de control al Gobierno, al acusar a Alberto Núñez Feijóo de haber especulado sobre lo que él ha llevado a la práctica, retorciendo lo que dijo el líder del PP a Ana Pardo de Vera y otros 15: “La única verdad es que todo usted es mentira”. Pasmoso y admirable ejercicio de alteridad. Pero no se quedó ahí. Volvió a la vieja calumnia de Ayuso y su hermano, una insidia que había sido desestimada por la fiscalía, tanto en España como en la Unión Europea, algo que ya hizo en la tribuna del Congreso y que motivó el famoso “me gusta la fruta” mascullado por Isabel Díaz Ayuso en la tribuna de invitados. Ayer volvió a repetirlo: “Todo fue investigado por distintas instancias y se demostró que no había nada. Me gusta la fruta”. Cada vez le gusta a más gente. Cómo no va a gustarnos después de oír al chulo de la Moncloa su intención de invertir 45.000 millones de euros en Marruecos, pero en lo que toca a Ayuso yo creo que debería querellarse contra el calumniador.

Es una lástima que el tono de Vox lo esté marcando un grupo de sectarios analfabetos. Y digo que es una lástima porque me gustaría que a la derecha del PP hubiera una opción encabezada por alguien como, digamos, Iván Espinosa de los Monteros. No es el caso. He sido uno de los pocos opinadores que han sacado la cara a Vox negando la condición de ultraderecha que les imputaba buena parte de la opinión publicada y afirmando su condición de partido constitucional. Sin embargo, en los últimos días he sido atacado por esa turba anónima que me reprochaba haber sido miserable, desproporcionado, abusivo, intolerable y cobarde, se han quejado de les provoco vergüenza y asco, de ser nauseabundo y lameculos. Todos estos términos han sido vertidos por una chusma anónima en respuesta a un comentario que yo había hecho con mi nombre y apellido y en el que no había ningún insulto. El comentario era este: “Lágrimas progres nos viene a demostrar hasta qué punto el subjetivismo puede afectar al raciocinio y dañar el sentido común: “No os lo dirá Federico ni Herrera, pero no tengáis duda alguna de que el PP está absolutamente dispuesto a entregar Galicia al separatismo con tal de forzar un relato para dañar a Vox”. Los hay imbatibles”. Hasta aquí puedo leer. Así les va y peor que les va a ir en el futuro.

Juan Carlos Aparicio me enviaba una noticia del Diario de Burgos en la que se daba cuenta de que el ex alcalde de San Martín de Losa había burlado a la Justicia en cinco ocasiones con varios pretextos médicos. En dos ocasiones, según cuenta Diario de Burgos, alegó parecer ‘una hernia fiscal’. No había vito nada tan bueno desde que mi admirado Belosticalle me reportó un tuit que protestaba contra ‘la ablución del clítoris’ en algunos países africanos.