EL MUNDO 29/01/14
· Ni el ex presidente ni Mayor Oreja irán a la Convención de Valladolid
· San Gil acusa al partido de «consentir la pesadilla» que vive ahora Euskadi
Las aguas corren agitadas en vísperas de la Convención Nacional del PP. La grieta, que hace unos meses parecía taponable, se agranda de forma alarmante. Las salidas, los desplantes y las renuncias se precipitan y destapan una herida que supura. Algo se ha quebrado definitivamente entre el PP de Rajoy y el de Aznar.
El último episodio, la decisión de Jaime Mayor de no repetir como cabeza de lista en las elecciones europeas, ha dejado al descubierto en toda su rotundidad las discrepancias que existen entre una facción del partido en la que militan históricos pata negra y el nuevo PP plegado a la política «sin garra», dicen los críticos, de Rajoy.
Ayer, al presidente de honor del partido, José María Aznar, le bastó un solo gesto para lanzar un mensaje fulminante a la cúpula de Génova y a La Moncloa. En esta ocasión no le han hecho falta ni entrevistas televisadas en horario de máxima audiencia ni discursos en foro alguno.
El ex presidente del Gobierno rechazó la invitación a asistir a la Convención que los populares celebrarán en Valladolid desde el viernes hasta el domingo, y que debería ser el trampolín que impulse la segunda parte de la legislatura y la primera cita con las urnas, la de las europeas del 25 de mayo. Su ausencia, por mucho que se intentara minimizar desde la dirección del partido, tuvo una lectura inmediata: plante en toda regla.
Muchos recordaron aquel «tomo nota» de un Aznar desairado a la vista de que ningún miembro del Gobierno ni del sanedrín de Génova acudió a la presentación de su libro de memorias. Y ayer querían ver en su decisión de no ir a Valladolid una suerte de pequeña venganza.
Sin embargo, y pese a que desde Faes se explicó que el ex presidente tenía compromisos cerrados en el extranjero para este fin de semana y los días siguientes –ayer se encontraba en Israel y después se desplazará a Filipinas y Estados Unidos–, todo apunta a que su ausencia esconde mucho más, porque a nadie se le oculta que la distancia entre Aznar y su heredero, Mariano Rajoy, desde hace ya tiempo es muy grande. Y algunas de las claves del disenso entre ambos hay que buscarlas principalmente en la política antiterrorista y en la gestión de la deriva independentista.
En cualquier caso, el gesto adquirió mayores proporciones por producirse justo en una semana de convulsión interna en la que el partido ha asistido a la despedida amarga de Alejo Vidal-Quadras y a la renuncia, muy significativa, de Jaime Mayor; todo ello precedido por la creación de una nueva formación, Vox, en cuya primera línea se sitúa Ortega Lara, un hombre que en el PP, al menos en el viejo PP, siempre se ha elevado a categoría de referente y símbolo de la lucha sin cuartel contra el terrorismo.
Génova había previsto que José María Aznar interviniera ante el pleno de la Convención en la sesión de apertura, el viernes por la tarde. Hablaría en tercer lugar, tras el alcalde de Valladolid, Javier León de la Riva, y el presidente de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, y justo antes que la secretaria general, María Dolores de Cospedal.
Después, según el borrador del programa, se desarrollarán las comisiones dirigidas por los vicesecretarios Javier Arenas y Esteban González Pons y, en paralelo, se sucederán debates sobre la reforma laboral entre Fátima Báñez e Ignacio Diego; la España plural, entre José Manuel Barreiro y Arantza Quiroga; seguridad, entre Jorge Fernández Díaz y Mercedes Fernández; el papel del Parlamento, entre Alfonso Alonso, Enrique Martín e Ignacio González, y sobre el protagonismo internacional de España, que debería haber sentado en la misma mesa a Jaime Mayor Oreja y a Juan Jesús Vivas.
Ayer, sin embargo, fuentes muy cercanas a Jaime Mayor confirmaron que el eurodiputado tampoco va a asistir a la Convención. En Génova tenían cerrados los detalles de su participación, pero Mayor no desea acudir a un cónclave en el que atraería demasiados focos de atención tras la decisión que anunció el lunes. Comentarios de sus allegados como «no tendría sentido» o «sólo serviría para reventar la tarde» remarcaban su deseo de mantenerse en un discreto segundo plano y no acudir a una cita en la que aún no está claro que Rajoy anuncie el nombre de quién será cabeza de cartel europeo.
Además, a fin de cuentas nadie en el nuevo PP parece dispuesto a escuchar la voz de Mayor Oreja en el terreno que mejor conoce, el de la estrategia contra ETA y sobre todo junto a las víctimas. En ese campo la grieta en el partido es desde hace tiempo más que evidente.
Ayer mismo se tuvo conocimiento del análisis que otra histórica del viejo PP, María San Gil, hizo de esta situación hace dos semanas. Su valoración, remitida el pasado día 16 al Colectivo de Víctimas del Terrorismo en el País Vasco (Covite) a petición de la propia asociación –presidida por Consuelo Ordóñez, hermana del dirigente del PP Gregorio Ordóñez, asesinado por ETA– no deja lugar a dudas.
La ex presidenta del PP vasco acusa al Partido Popular de «consentir la pesadilla» que vive Euskadi «en relación con el entramado etarra», y anima a Covite a seguir «alzando la voz» para que «no se diluyan las responsabilidades de los asesinos».
A juicio de San Gil, el trabajo del colectivo es hoy «más necesario que nunca porque lo que está ocurriendo en el País Vasco en relación con ETA, Batasuna, los presos, Sortu, Bildu y demás entramado etarra es más propio de una pesadilla que de una realidad». Y continúa señalando que esa «realidad política» es «consentida, además, por el partido que tuvo siempre claro que si matar no tenía premio, dejar de matar tampoco podía tenerlo», en alusión al PP.