Juan Carlos Viloria-El Correo

  • Sánchez solo tiene dos posibles obstáculos en el camino a la investidura

Pedro Sánchez acaba de afirmar, con aplomo, que habrá gobierno «progresista». Aunque por el tono mitinero también podría interpretarse como un acto de pre-campaña. Se podría referir a que habrá gobierno, si, pero después de la repetición de elecciones. Así que el suspense va a prolongarse todavía un tiempo. El presidente en funciones, sin embargo, dio por hecho que los resultados del 23-J ya le habilitan para negociar la investidura. Afirma que buscará los votos debajo de las piedras, pero, en realidad su socio prioritario, los partidos de Puigdemont y Junqueras desvelaron que ya los ha buscado y pactado porque, según este último, la amnistía está ya comprometida con los independentistas desde la elección de Francina Armengol. Sánchez parece decidido. «Los españoles han hablado», dijo.

El que no ha hablado ha sido el candidato, porque ni en la campaña electoral, ni en el programa, Sánchez advirtió a sus votantes de su disposición a amnistiar-olvidar los delitos cometidos por los secesionistas durante el referéndum ilegal y la posterior proclamación fallida de la República catalana. O sea, el pueblo ha hablado, pero el pueblo no tenía todos los datos, porque el presidente no le había avisado de que con su papeleta podría avalar la concesión de la amnistía, un Congreso plurilingüe y una España plurinacional.

Y, quizás, algunas otras mercedes a los socios que le permitan completar sus 121 escaños hasta los 176 que va a necesitar para seguir en Moncloa. Sánchez no menciona el precio de sus pactos pero si acusa al Partido Popular de convocar un acto contra su investidura y el leitmotiv de los populares es «contra la amnistía», la conclusión es obvia. La gran mayoría de las apuestas se inclinan a dar por hecha la investidura de Sánchez y a descartar la repetición de elecciones. Más o menos 9 a 1 o 8 a 2. Se admiten apuestas. Solamente hay dos obstáculos en el camino. Que el malestar en una parte de la militancia socialista se haga insoportable en Moncloa. O que la estrategia de Puigdemont pase por tensar la cuerda hasta un límite que le impida a Sánchez llegar más lejos de lo que el PSOE pueda digerir ahora.

Para neutralizar el primer obstáculo, el entorno sanchista está filtrando que González, Guerra, Redondo, Laborda, Vázquez, Cándido Méndez, están coordinados con el PP en «un complot» y que las críticas de los históricos están perfectamente organizadas y planificadas». Desactivados. El segundo obstáculo pretende tunearlo con la fórmula mágica de la «unilateralidad». Que viene a decir que los «idepes» renuncian a lanzar ahora otro referéndum una vez amnistiados, pero si Sánchez sigue en el poder, la bilateralidad sanchista hará posible lo que la unilateralidad hasta ahora no ha podido. Como dice Alicia, las palabras no importan, lo importante es quién manda.