Florencio Domínguez, EL CORREO, 21/6/12
Desde hace ya bastantes meses, se decía ‘sotto voce’ en determinados círculos que de los tres grandes asuntos judiciales pendientes –la condena de Otegi y los otros encausados en el sumario de Bateragune, la decisión sobre la doctrina Parot y la legalización de Sortu– los dos primeros se iban a fallar en favor de las posiciones del Gobierno y el tercero en contra. Las resoluciones que habido en los tres casos han terminado confirmando aquellos rumores. Tal vez sea mera coincidencia o tal vez no. Tal vez sea que el azar ha hecho que la moneda lanzada al aire por la mano de la justicia ciega cayera dos veces cara y la tercera cruz o tal vez alguien ha buscado compensaciones y equilibrios que se creían necesarios para el momento político. El deterioro de la imagen de la Justicia y del Constitucional no invita a poner la mano en el fuego por ella.
La decisión del Tribunal Constitucional ha vuelto a poner de manifiesto la misma división de opiniones entre sus miembros que se registró cuando se produjo la legalización de Bildu. No ha sido, por tanto, una cuestión pacífica. La mayoría que ha respaldado la legalización de Sortu ha sido ajustada pero suficiente.
A partir de ahora, la antigua Batasuna cuenta ya con un partido en la legalidad. La primera consecuencia será que los líderes de la izquierda abertzale podrán ponerse al frente de las iniciativas políticas y de las listas y estar presentes en las instituciones sin necesidad de utilizar figuras vicarias como ocurre ahora en las corporaciones locales.
Joseba Permach, Rufi Etxeberria, por este orden, y el resto de los dirigentes de la izquierda abertzale podrán hacer valer su jerarquía frente a los socios de las diversas coaliciones, en especial en la que se ha constituido para concurrir a las próximas elecciones autonómicas. El reparto de cuotas de poder interno –ése que ha reservado algo más del 60% de los puestos para la antigua Batasuna, ahora Sortu, un 20% para Aralar y el resto para EA y Alternatiba– será ahora más fácil de llevar a la práctica, igual que los mecanismos de coordinación entre los socios o la gestión de los recursos económicos de las coaliciones.
El reverso del protagonismo recuperado por los dirigentes del nuevo partido es que se hará, probablemente, a costa del protagonismo de los socios de coalición. Los dirigentes de Eusko Alkartasuna y Alternatiba, sobre todo, han disfrutado de un plus de presencia pública derivada de la decisión voluntaria de los responsables de Batasuna de permanecer en un segundo plano a la espera de que se resolviera la situación jurídica de Sortu. Concluida ésta a su favor, llega el tiempo de capitalizar en primera persona los éxitos políticos.
Florencio Domínguez, EL CORREO, 21/6/12