Sé fuerte

ABC 22/01/15
DAVID GISTAU

En la calle Zorrilla había ayer policías armados con subfusiles que componían una imagen parisina. Por comparación, se veían endebles las vallas de los cercos del comienzo de legislatura, cuando Podemos aún no había imantado la bronca ni convertido los platós en el campo de batalla. A esas vallas se refirió Alberto Garzón en su primera intervención como jefe de filas, sobreactuado, tronante, casi amenazador cuando hizo la profecía de que ninguna custodia salvará al PP de ser barrido por los desahuciados y los emigrados a quienes fue hurtado el futuro. Más allá de que Garzón no ha decidido de qué lado de la valla están él y su formación menguante, su pregunta fundacional no tenía otro propósito que mostrar músculo populista para tratar de hacerse un hueco en la inminente demagogia electoral a la que están sucumbiendo hasta alternativas sensatas como la de Albert Rivera. Esto empieza a ser como ir abriendo siglas envueltas en papel de regalo y que de todas ellas salte, prendido de un muelle, el rostro de Pablo Iglesias transmutado en toda la oposición que está ya en el parlamento o que aspira a estar.

Es verdad que, con esa capacidad que tiene de dormir cuanto roza como por hipnosis, Rajoy ya le había colocado a Garzón su blablabla inalterable del rescate evitado. Ese mensaje lo tiene grabado como un contestador automático al que no descompone ni la ira de los jóvenes meritorios. Ante Pedro Sánchez, que en los pasillos ya gasta fama de Walking Dead a punto de ser regurgitado por su propio partido como algo incrustado en la garganta que hubiera que toser, Rajoy blasonó además de sus expectativas acerca de la creación de empleo. El presidente hizo incluso un número involuntario de humor al frenarse en seco cuando estaba a punto de manejar datos de la EPA que oficialmente no podía conocer aún. El discurso del PSOE sobre el paro ha sufrido una leve alteración argumental. Ya no se trata tanto de criticar la destrucción de empleo como la mala calidad de los contratos que mitigan la estadística fatal del desempleo. En las vísperas de un larguísimo ciclo electoral, la eficacia de este mensaje del PSOE dependerá de un matiz de la psicología colectiva: si los parados y sus familias alcanzaron o no una medida suficiente de desesperación como para resignarse al hecho de que, en la España contemporánea, tener trabajo ya no significará lo mismo que hace diez años, cuando aún no se habían fatigado los conceptos relacionados con el estado del bienestar.

Sánchez, sobre quien impactó incluso una broma de la vicepresidenta acerca de sus problemas de orientación al volante, utilizó el comodín de Bárcenas. «Lo clavó cuando le dijo ‘‘Sé fuerte’’», espetó a Rajoy, alimentando la teoría de la excarcelación pactada sin reparar en que en ese instante insinuó un delito de prevaricación de los magistrados.