Sectarismo en Semana Santa

ABC 04/04/15
RAMÓN PÉREZ-MAURA

· Ir en visita de trabajo y marchar después a unirse al pueblo es algo que nadie puede negar al Rey

CÓMO no entender el nerviosismo generado por su sectarismo. Ven las calles y plazas de España atestadas de propios y extraños siguiendo los pasos de Semana Santa y se ponen inquietos. Casi histéricos. Y como estos intolerantes saben que no es buena idea arremeter contra nada que mueva multitudes, optan por hacerlo por vía interpuesta. Este año han ubicado en el objetivo los indultos otorgados por el Gobierno a presos con condenas pendientes de menor cuantía. A muchos de los que se les ha llenado la boca de improperios por el hecho de que el viernes de la semana pasada el Consejo de Ministros otorgara el perdón al responsable de un hurto o al de un trapicheo con drogas, se le oye en otras ocasiones decir que presos como esos padecen penas desproporcionadas. Lo que sucede ahora es que esos mismos presos han tenido la «mala suerte» de ser apadrinados por una cofradía de Semana Santa. Y para esa progresía semejante amparo –lo que llaman «injerencia católica» en la vida civil– no amerita perdón alguno sino mayor castigo. Claro que, si un número igual de socios del Real Madrid o del FC Barcelona hubiesen pedido idéntico indulto, no hubiera ameritado descalificación. Hubiera justificado sacar al preso en procesión en lugar de pasear a Cristo arrastrando el madero. Las tradiciones populares que se remontan a Carlos III (precisamente al Rey de la Ilustración…) deben ser suprimidas porque están impregnadas de esa oscura religión. Los méritos de la conducta del penado sólo son válidos si cuentan con el aval de una institución que no religiosa. Aunque en su vida hayan pisado sus integrantes un penal.

Vivimos en un país en el que tenemos representantes de la soberanía nacional, como doña Ángeles Álvarez Álvarez (Molacillos, Zamora, 1961) que comparan la participación de niños en nuestra Semana Santa con el adoctrinamiento de islamistas. Que Santa Lucía (con perdón) le renueve la graduación de sus gafas a esta diputada a Cortes por Madrid. ¿Qué méritos para ser parlamentario puede tener alguien que no sabe que España es un país culturalmente católico? Como Turquía, con Ataturk y con Erdogan por igual, es culturalmente musulmana. Eso no quiere decir que una persona culturalmente católica o musulmana sea creyente. Puede ser perfectamente atea. Tengo un buen amigo, periodista con carrera notoria, que se define como «católico, apostólico, romano… y agnóstico». Y lo dice completamente en serio. Porque él, español de izquierdas, no cree en Dios. Pero sí cree que España se hizo desde el catolicismo y que la religión impregna nuestra historia y sus frutos son rasgos indisociables de la cultura española. E intentar separar ambas cosas es convertir España en algo incomprensible. Que a lo mejor es lo que algunos buscan.

De ahí la sabiduría y genialidad del Rey al acudir en privado a visitar los pasos de la Semana Santa. En estos tiempos de perpetua exposición mediática instantánea, el Rey es Rey 24 horas al día. Mas no por ello deja de tener tiempo para sus actividades no oficiales. Probablemente habría muchas Ángeles Álvarez que hubieran levantado la voz si Felipe VI hubiera incluido la visita a los pasos y cofradías sevillanos en su programa semanal anunciado por el Palacio de la Zarzuela. Pero ir a Sevilla en visita de trabajo y marchar después, sin previo aviso, a unirse al pueblo es algo que nadie puede negarle. Entre otras cosas, porque entre esos costaleros que gritaron «¡Viva España!» al Rey de la misma, habrá con seguridad un por porcentaje relevante de no creyentes que se sienten más españoles –y, por ende, más andaluces– al participar en un ejemplo perfecto de nuestra cultura.