Sentido de Estado y campaña electoral

EL MUNDO – 21/11/15 – LUCÍA MÉNDEZ

· España se ha llenado esta semana de lamentos muy sentidos a propósito de la patriótica unidad de los franceses tras los atentados de París. Sana envidia dicen haber sentido muchos españoles hacia el comportamiento del pueblo francés y de su clase política frente al terror. A expensas de lo que pueda pasar en las próximas semanas, este sentimiento de envidia no está en absoluto justificado. Los líderes políticos españoles se están portando con un apreciable sentido de Estado. A menos de un mes de las elecciones generales, hablan entre ellos más que nunca para acordar una respuesta común.

Rajoy no quiere bajo ningún concepto que Pablo Iglesias y los pacifistas piensen que España va a ir a la guerra en Siria o en cualquier otro lugar del mundo. Si alguna información se cuela por ahí, rápidamente se apresura a telefonear al líder de Podemos para aclararle que él no es Aznar. Si Pedro Sánchez tiene alguna duda acerca de la respuesta del Gobierno, enseguida marca el número de La Moncloa para pedir explicaciones e inmediatamente las recibe. Albert Rivera no pierde comba sumándose al pacto antiyihadista. Nadie diría que estamos a 15 días del comienzo de la campaña electoral más reñida de nuestra historia democrática.

En contraste con esta actuación bastante responsable –aún a costa de que a alguno de los líderes le pueda pasar factura el excenso de consenso– la siempre fogosa y vehemente brigada de intelectuales, columnistas, analistas y tertulianos han sacado a pasear el ardor guerrero para que el espectáculo no decaiga. Incluso se advierte una cierta decepción de la brigada porque las calles aún no se hayan llenado de manifestantes contra el Gobierno del PP al grito del «No a la guerra».

Decretado un impasse en la confrontación electoral, los líderes políticos españoles matan el tiempo visitando platós de variedades, exponiendo su lado más humano, posando para revistas de moda y mostrando ante los electores sus otras habilidades. A la caza del voto de mujeres, mayores, hinchas de fútbol o aficionados a la cocina. En esto Rajoy sigue siendo el más clásico. La única extravagancia que se permite es hablar con Bertín Osborne.