Antonio Burgos- ABC
Me preocupa que Serrat, sin moverse de su sitio, haya ido directamente de progre a facha
Malos tiempos corren para España cada vez que Serrat se convierte en símbolo de libertades. Ocurre cuando Serrat se atreve a decir lo que muchos piensan y muchos más callan. Desgraciadamente, en España suele ocurrir lo que le ha pasado a Serrat con sus paisanos los golpistas separatistas que defienden la ilegalidad y a quienes les parece lo más normal del mundo pisar no «la delgada línea roja», sino la segunda raya de picadores que debe ser para todos la Constitución. Lo afirmo no con un verso mediterráneo suyo, sino con el remate de un fandango: «Lo digo por experiencia/porque a mí me ha sucedío». Sin moverse de donde estaba, a los ojos de los golpistas puigdemoníacos, Serrat ha pasado de ser un progre, un símbolo de libertades, a un facha de mucho cuidado y, encima, españolista. Aquí cada vez se te brindan más oportunidades para que te llamen facha, y todas ellas están en la Constitución. En Francia o en EE.UU., citas la Constitución o sacas la bandera y eres un patriota; aquí sacas la enseña nacional, y nada te digo si la cuelgas en tu balcón, y eres un facha. Como Serrat o peor, que dice que Cataluña es parte de España y viceversa, y que considera golpistas contra la Constitución a los que convocan referendos ilegales y largan contra la posibilidad de que se aplique su artículo 155, cuando son ellos los que de verdad han anulado la autonomía, porque ya no les sirve, y la han arrojado a la papelera.
Malos tiempos corren para España, como en aquellos últimos años 60, si Serrat se convierte en un símbolo. Para nosotros entonces, símbolo de las libertades que pedíamos frente a la dictadura. Fuimos a escucharlo al hoy derribado Teatro San Fernando de Sevilla, donde estrenó muchas de sus canciones con letras de Machado, como quien acude a afirmarse en su fe en la democracia. Que es lo que ha hecho ahora El Nano: decir unas palabras que nos confortan en nuestras esperanzas y sentimientos. Declaraciones con las que ha emberrechinado a los que no saben ni papa de lo que El Noi del Poble-Sec hizo de artillería de acompañamiento en aquellos años ya olvidados, cuando en España entera se veía con máxima simpatía y comunión de sentimientos el grito catalán: «Llibertat, Amnistia, Estatut d’Autonomia». Ahora, ya saben: hablar de Estatuto de Autonomía a estas alturas de locura colectiva es completamente facha.
A mí me preocupa que Serrat, sin moverse de su sitio, haya ido directamente de progre a facha. Como me preocupa el fervor patriótico de quienes han despedido con banderas rojigualdas, aplausos y el grito futbolístico de «A por ellos» a los abnegados policías nacionales y guardias civiles que marchaban a Cataluña para reforzar los efectivos de Seguridad del Estado ante la charlotada con urnas ilegales del domingo. Me han preocupado esos loables gestos de apoyo y ánimo a la Policía Nacional y a la Guardia Civil porque me han recordado la letra de «La Bejarana» del maestro Alonso: «Bejarana no me llores/porque me voy a la guerra,/ya vendrán tiempos mejores». Claro que se trata de lo que canta el coro de esa misma marcha: «Al soldado de Castilla/la fortuna le acompaña,/que el sol de sus mieses brilla/ sobre la franja amarilla/ de la bandera de España». O sobre las franjas amarillas de la bandera autonómica cuatribarrada que han retirado de la circulación, porque la han estrellado contra la locura colectiva de la independencia.