Juan Carlos Viloria-El Correo

  • Hay una tendencia a reducir las diferencias entre los sexos, como si el género fuera el problema de la desigualdad

La ministra Ione Belarra acaba de sorprender a la audiencia con algunas reflexiones sobre la relación entre la educación machista y la guerra; el machismo y el capitalismo. La encargada del ministerio de Igualdad forma parte de ese colectivo de partidos a quienes la frustración por la desigualdad entre hombres y mujeres está llevando a cuestionar el género y los papeles sexuales. Hay una tendencia a reducir las diferencias entre los sexos y propugnar la crianza de los hijos de forma neutra. Como si el género fuera el problema. Acaba de publicarse un interesante estudio de uno de los más presigiosos primatólogos mundiales, el americano-holandés Frans de Waal bajo el título «Diferentes» donde compara la especie humana con los grandes simios desde el punto de vista de la diferencia sexual.

El estudio es una refutación en toda regla de los que dicen que la diferencia de sexos es cultural, que el sexo es flexible y que se puede cambiar fácilmente. Esos que piensan que entre los primates todo es biológico y entre los humanos todo es cultural. Pero Waal ha confirmado en sus estudios sobre primates, chimpancés y bonobos que también son seres culturales y que hasta los 15 o 16 años que se considera la edad adulta, tienen un largo aprendizaje. No hay ni pura biología, ni pura cultura. Por ejemplo, entre los primates, Waas ha observado una marcada tendencia entre las hembras a jugar con muñecas mientras que nunca ese comportamiento se produce entre los machos.Las hembras desde que tienen una cría se ven rodeadas de otras hembras que quieren tocarlo y sostenerlo mientras los jovenes machos no están interesados en las crías. Ellos se dedican a la lucha y los combates simulados. Aprenden a inhibir sus fuerzas físicas y a ser prudentes con los individuos pequeños más jóvenes o más débiles. Todos estos combates simulados forman parte de un aprendizaje de «adultos responsables».

En Suecia país que promueve oficialmente la igualdad de géneros y los textos oficiales no reflejan los géneros los niños tienen exactamente las mismas preferencias que en el resto de los países, los chicos optan por juguetes utilitarios y vehículos y las niñas por artículos de belleza, menaje, vestidos. La violencia es más masculina en el mundo entero y entre los primates también. La agresividad masculina no es producto de una ideología. «Esta combinación de fuerza y violencia no se cambia fácilmente de forma cultural», dice Waal. «No creo en la educación no sexuada de los niños, sino en la buena educación». Como dice la filósofa Sylviane Agacinski: Nuestros cuerpos no son una construcción social. Eso no se tiene en pie en absoluto. Es de locos. Conclusión. El problema no es el género, es la desigualdad. Los géneros pueden seres diferentes y tener los mismos derechos. Debemos concentrarnos en la justicia, la equidad y la igualdad.