ABC 02/05/15
EDITORIAL
· El Estado debe reducir el problema a una intolerable ofensa a los símbolos nacionales, procediendo a dar por derrotado al equipo cuya afición perpetre la pitada o a suspender el partido cuando sean las dos aficiones
LA Comisión Antiviolencia tomó ayer una serie de acuerdos sobre la pitada al himno nacional durante la final de la Copa del Rey que demuestran la falta de una normativa clara para sancionar directamente estos actos de agravio e insulto a los símbolos nacionales. Guiados, sin duda, por el sentido de la responsabilidad que imponía la gravedad de los hechos, los secretarios de Estado de Seguridad y del Deporte, Francisco Martínez y Miguel Cardenal, desgranaron las medidas adoptadas por la Comisión en el orden policial y deportivo. Son medidas tendentes a esclarecer las responsabilidades de las autoridades catalanas y de las entidades deportivas por los posibles fallos de seguridad y organización que propiciaron la ofensa al himno y al Rey Felipe VI.
Aunque al final de estas investigaciones la Comisión acabe imponiendo sanciones, es evidente la necesidad de una reforma legal que automatice determinados efectos inmediatos en cuanto en un estadio de fútbol se falte al respeto al himno, a la bandera o al Jefe del Estado. Las cínicas reacciones de los presidentes catalán y vasco, criticando de antemano cualquier medida sancionadora, ponen de relieve el impulso nacionalista a la pitada y hace más repulsiva su comisión. La Defensora del Pueblo calificó acertadamente lo sucedido como un «rasgo de odio» y como tal debe ser tratado.
Episodios como los vividos en el Camp Nou no deben provocar largos y tediosos procedimientos administrativos, que implican requerimientos, documentación, polémicas y recursos. El Estado debe ser mucho más expeditivo y reducir la dimensión del problema a una intolerable ofensa a los símbolos nacionales, procediendo a dar por derrotado al equipo cuya afición perpetre la pitada o a suspender el partido cuando sean las dos aficiones. Y si el desafío continúa, las sanciones deberán ir dándole la réplica puntualmente. En definitiva, lo menos grave que le puede pasar a España es que un par de equipos de fútbol se queden sin jugar una competición. No ha faltado a su cita, por supuesto, el PSOE, que ya se manifestado en contra de las sanciones «porque puede ser contraproducente». Esta teoría de que el remedio es peor que la enfermedad ya es vieja y se ha revelado absolutamente falsa. Lo contraproducente es permitir una y otra vez que la final de la Copa del Rey sea una exhibición antiespañola cada vez que participa el Barça o el Athletic de Bilbao. Investíguese lo que haga falta, pero apruébese cuanto antes una reforma legal que haga pagar a cada cual los costes de sus actos.