Nacho Cardero-El Confidencial
De lo que no cabe la menor duda es de que si Madrid estuviera gobernada por el PNV, ya estaría en la fase 1. Mejor que eso: estaría en la fase que al ‘lehendakari’ le diera la gana
Miguel Sebastián, una de las voces que antes advirtió sobre la pandemia y que mejor la ha sabido interpretar, lanza un hilo diario en Twitter sobre la evolución del covid-19. El viernes noche, justo cuando el ministro Illa y el doctor Simón daban a conocer las CCAA que pasaban de fase en la desescalada, publicaba lo siguiente:
«Tasa de crecimiento (nuevos contagios): empeoramiento en España en ambas series, 0,6% y 0,24%. Mejora de Italia, que baja de los 800. Estable el resto de Europa, incluyendo Turquía. Mal dato en EEUU, 1,8% y más de 26.000 casos. Hoy llegará a 1,5 millones de infectados», escribía el exjefe de la oficina económica de Zapatero.
Si desglosamos los datos de España con las mismas fuentes manejadas —véanse Ministerio de Sanidad y Worldmeters—, tenemos que Madrid, con un 0,07%, era la tercera mejor comunidad, solo por detrás de La Rioja y Galicia. Durante los últimos 15 días, había crecido la tercera parte que la media de España (0,11% frente a 0,31%). La serie le era favorable. La práctica mayoría de sus municipios estaba en cero contagios.
Mientras en Cataluña el Gobierno dejaba cerrada solo Barcelona metropolitana, la Comunidad de Madrid, en cambio, quedaba en fase cero. «¿Sabes de algún otro país de la Unión Europea que tenga su capital totalmente paralizada?», se preguntaban desde presidencia de la CAM.
«Como el plan de desescalada está presidido por el oscurantismo, resulta imposible hacer un juicio de valor sobre la fase cero de Madrid»
Como el ‘War Room’ donde se toman las decisiones para la desescalada no es sino un patio de monipodio, donde las decisiones las toma el ‘mando único’ —término orwelliano que camufla el poder absoluto de Sánchez—, con el asesoramiento de unos expertos fantasma y unos criterios dúctiles cuales juncos, que parecen valer para unos y para otros no, como el plan de desescalada está presidido por el oscurantismo, digo, resulta imposible hacer un juicio de valor más o menos razonado sobre la decisión de dejar a Madrid en la fase cero.
La relación cronológica de lo ocurrido del viernes al sábado fue la siguiente: a las 19.00 horas del viernes, Illa y Simón anuncian en rueda de prensa que Madrid no pasa de fase; a las 20.50 horas, Díaz Ayuso hace público que, ante la falta de explicaciones, solicitará un informe motivado al Gobierno; a las 21.57 h. la directora de Salud Pública firma un informe sobre el no a Madrid; a las 12.15 h. del día siguiente, se filtra a la prensa el informe; a las 12.26 h., llega correo electrónico con el informe a la Consejería de Sanidad procedente de la D. G. de Salud Pública del Ministerio.
Es muy osado aducir, como hace Díaz Ayuso, motivaciones políticas. Es osado a pesar de que el tono —Moncloa se escuda en que la CAM carece de capacidad suficiente en atención primaria, que fue la que más recortes sufrió con el PP— y las maniobras inducen a tal interpretación.
De lo que no cabe la menor duda es que si la Comunidad de Madrid estuviera gobernada por el PNV, ya estaría en la fase 1. Mejor que eso: estaría en la fase que a Urkullu le diera la real gana. Claro está, el PNV será uno de los que darán su ‘nihil obstat’ a la «última» prórroga del estado de alarma, de «alrededor de un mes», anunciada este sábado por Sánchez, lo que para algunos juristas supone una auténtica aberración.
A Sánchez le viene bien Isabel Díaz Ayuso. Le viene bien el choque frontal con la Comunidad de Madrid. Le viene bien dejarla en el 0,3 o 0,5. Que se note la magnanimidad.
Mientras se habla de las portadas y los apartamentos de la presidenta de la CAM, no se habla de los errores del Gobierno. También le vienen bien las caceroladas de Núñez de Balboa. Los fachas, los pijos, los jugadores de golf, los de las banderitas. Hay tanto ruido, tanta polarización, que uno al final se olvida del intervencionismo del Ejecutivo, del proceso de lobotomía puesto en marcha, de los bulos oficiales, de que hay más de 27.000 muertos y el país está inmerso en una recesión que va a dejar huérfana a una generación de jóvenes.
«Díaz Ayuso es el chivo expiatorio que ha encontrado Sánchez para lanzar a los medios y que estos tengan hueso donde morder»
Díaz Ayuso es el chivo expiatorio que ha encontrado Sánchez para lanzar a los medios y que estos tengan hueso donde morder. «¿Por qué España está en cifras tan altas de contagiados y fallecidos por covid? Porque en España está Madrid, que es la tercera región del mundo en letalidad por covid y algo habrá tenido que ver la gestión del PP en la Sanidad Pública», evacuó el socialista Rafael Simancas, un señor que, aprovechándose de esta tergiversación de la realidad, «micciona sobre el dolor de miles de familias», en palabras de Karina Sainz Borgo.
Ahora, la culpa de los fallecidos la tienen los recortes del PP. No que se llegara tarde a la pandemia, no la descoordinación del Gobierno de coalición, no la errada política en el aprovisionamiento de material sanitario, no la falta de ayudas directas a las empresas y familias. No, el virus no viene de los laboratorios de Wuhan sino de los sótanos de Génova 13.
Pero Moncloa se equivoca. Los cabreados no se encuentran en el barrio de Salamanca. También están las pymes, los dueños de bares y restaurantes. También son los vecinos de Aluche. «Después de tres días sin poder pagar el pan y la leche a su hija de cuatro años, Carmen Morales finalmente llamó a la puerta de un vecino para pedir ayuda», se podía leer esta semana en el británico diario ‘The Guardian’.
No lo sabe, pero el Ejecutivo ha perdido Madrid. Es el paso de la Gran Reclusión, que supone estar tres meses aislados en casa, a la Gran Depresión, que incluye empresas en bancarrota y pérdidas de puestos de trabajo. Eso no hay Gobierno ni cortina de humo que pueda ocultarlo.