Juan Carlos Girauta-ABC
- Lo que no tiene límites es la necedad de algunos actores. Son ciertas declaraciones del que representa a Elcano las que me provocaron el inicial rechazo. Tanto como para descartar la serie. Entonces pensé en la cantidad de profesionales implicados, que no se merecen lo que les ha hecho su compañero Álvaro Morte
¿Cómo iba a perderme una serie sobre la gesta de Magallanes y Elcano? A punto estuve por las declaraciones del actor que representa al segundo, pero por suerte pesó más la curiosidad. Como país que no se respeta -quizá por demasiado viejo no recuerda su identidad-, España ha sido tenaz en el silencio sobre sí. Con la mitad de la décima parte de su pasado, con una muestra sacada al azar de la bolsa de sus episodios asombrosos y sus hazañas impensables, cualquier otro país del mundo habría creado una rama principal en la industria del entretenimiento.
No me ocupo aquí de la academia, cuyos sesgos merecen página aparte. ¡Qué digo! Libro aparte, colección aparte, biblioteca aparte. Me centro en esa parte de la cultura ‘lato sensu’ que tiene hoy mayor incidencia: las series.
Gustará o no que así sea, pero no hay que desdeñar el poder de una aventura bien contada en pantalla a la hora de despertar la curiosidad del niño o del adolescente. Esa chispa prende a menudo en lecturas y profundizaciones. Además, basta con leer algo de Conrad para saber que una historia en el mar no solo atrapa la atención con particular fuerza, sino que ha dado pie a una nutrida y maravillosa literatura.
El éxito de la novela histórica indica algo, una puerta de entrada. Era obligado contar este año en clave de entretenimiento -la única que atiende la mayoría- la increíble aventura de la primera circunnavegación. Porque este 2022 pone un número redondo de lujo al regreso de la Victoria, tan sola la nave en Sanlúcar, tan inconcebiblemente real en su regreso con el puñado de elegidos. Así lo ha hecho un equipo de primera, nada que envidiar a los mejores, con gran esfuerzo y excelente resultado. Al que ponga peros históricos (esto no fue así, esto no fue allí, esto es anacrónico) le remito a la palabra clave: entretenimiento. Las obras no deben juzgarse fuera de su contexto e intención. ‘Sin límites’ (Prime Video) no compite con los especialistas, con libros de historia, sino con productos audiovisuales globales dentro de la oferta más extensa que ha existido jamás. Y en ese entorno se está abriendo paso porque posee cuanto se espera de una buena serie. Por eso, a la hora de evaluar sus licencias, no hay que ponerla al lado de los muchos eruditos que han bebido de Antonio Pigafetta, el cronista aventurero que vivió y contó la gesta. Hay que compararla con las mil películas de Hollywood en las que suena música mexicana cuando salen Barcelona, Sevilla o Madrid. Y en esa comparación, ‘Sin límites’ saca un sobresaliente. Claro que los personajes no hablan como en el siglo XVI. Sin embargo, hablan español y portugués con sonido directo, cuando seguramente habría abierto más puertas comerciales hacerla en inglés de estudio.
Lo que tampoco tiene límites es la necedad de algunos actores. Son ciertas declaraciones del que representa a Elcano, como dije, las que me provocaron el inicial rechazo. Tanto como para descartar la serie. Entonces pensé en el largo trabajo que comporta cualquier proyecto ambicioso. En la cantidad de profesionales implicados, que no se merecen lo que les ha hecho su compañero Álvaro Morte alejando a la mitad del público potencial español y, además, mintiendo. El público español no es el único; ‘Sin límites’ se ha estrenado esta semana en Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Portugal. Pero sí es un público al que conviene familiarizar con nuestra historia. En especial, desde que esta queda fulminada como asignatura al trocarla el Gobierno en una rama más de la propaganda.
He afirmado que el actor que representa a Elcano miente. Podría decir que no sabe de lo que habla, o que sus afirmaciones son lamentables, que también. Ejemplo: «A mí me parece una auténtica masacre lo que se hizo. Creo que no teníamos derecho ninguno a invadir una tierra [?], no creo que eso haya que hacerlo jamás. Tenemos un ejemplo presente hoy por hoy perturbando a toda Europa». Sin comentarios. Pero opinativo. Si digo que miente es por esto: «Para evitar que se lo apropien, lo que he hecho con el personaje de Elcano es un tipo muy de izquierdas». Pues no. Usted no ha hecho un Elcano muy de izquierdas. En primer lugar porque usted no ha escrito el guion, donde no hay el menor asomo de un Elcano de izquierdas. Tal izquierdismo solo está en su cabeza o en sus complejos. Tengo para mí que, desde su cálculo personal, he temido que le estigmatizaran por representar al hombre que coronó la primera vuelta al mundo. Esta afirmación carecería de sentido fuera de España, pero aquí nos conocemos. La huella inconfundible del prejuicio está en ese «para evitar que se lo apropien». ¿Quién?
Es el caso que la izquierda española, en general, vive convencida de que ‘ellos’ (algo indefinido, los malos, quizá Vox, quizá Vox y el PP, no sé) se apropian de la historia de España, de la bandera de España, del himno de España, y hasta de la palabra España. ¡Pues úsenlos ustedes y se acaba el problema! Pero no, ¿verdad? Claro. La gran mentira de Morte, que perjudica a sus productores, radica en que solo él ha ignorado lo obvio: el concepto ‘izquierda’ es posterior a Elcano en casi tres siglos. La gran mentira es ese presentismo, subidos al cual cabe fabular un Agamenón de derechas, un Alejandro Magno de centro liberal, etcétera.
A pesar de las limitaciones de Morte, no seamos nosotros tan sectarios como él. Y para que los ‘mortes’ de turno no se apropien del entretenimiento, juzguemos las obras por su resultado. Hay muchas razones para ver ‘Sin límites’, pero bastaría con una: la memorable interpretación que Rodrigo Santoro hace de Magallanes. Sobre esa proeza gira en realidad la obra.