EL PAÍS 01/02/14
ANTONIO ELORZA
· El presidente puede hoy seguir gobernando con apoyo de una mayoría de autómatas obedientes
Hay canciones para tiempos de crisis. A mediados de los treinta triunfó en Francia una titulada entre nosotros como ¡No hay novedad, señora baronesa! La señora preguntaba por teléfono a sus sirvientes si había pasado algo, y ellos respondían con voz segura que no había novedad, pasando a narrar una sucesión interminable de desgracias. Ninguna novedad, pues. Algo parecido ha preguntado el presidente Rajoy a los suyos, de cara a la convención nacional de hoy sábado. Hubieran debido responderle que el prestigio del partido y de su política ha caído en picado, que permanece el paro y asciende la pobreza, que Mas sigue feliz en su camino hacia “la consulta” ante el dontancredismo suyo y de su partido, que las movilizaciones anti Gobierno en ascenso culminan hoy mismo en la gran manifestación contra la ley del aborto, que se le van del partido notables de prestigio y que hasta Aznar se aleja.
No harán tal cosa, en parte por el márketing electoral, ya que “nos la jugamos en Europa”, y en parte por haber asumido que resulta del todo inútil esforzarse para que Rajoy asuma los problemas y busque soluciones. Así que en Valladolid escuchará a Arenas decirle que el PP defiende con eficacia el Estado del bienestar, a Floriano que gracias a su política España “avanza en el crecimiento económico”, y a González Pons distribuyendo el bálsamo de Fierabrás al declarar que “España es una gran nación”, lo cual sin duda va a provocar entusiasmo en Cataluña, e igual que el rechazo a secas de la consulta, abonará la falsa idea de que la democracia está en el campo secesionista. No hay novedad.
Rajoy puede hoy seguir gobernando por pura inercia, contando con el apoyo parlamentario de una mayoría incapaz de superar la condición de autómatas obedientes (algo que también sucede en el PSOE de Rubalcaba). Pero con la ley Gallardón ha tocado fondo, incluso para implantar una contrarreforma tras otra. Lo mismo que en la privatización de la Sanidad, los ciudadanos/as no parecen dispuestos/as a aceptar pasivamente que vuelvan prohibiciones integristas, inadmisibles restricciones a la conciencia responsable de las mujeres. Hasta hay algún exponente del PP entre los disconformes.
El mar de fondo es tan grave que incluso en la vertiente política más acertada, la resistencia a conceder cambios en Euskadi sin desarme de ETA, su base política se fracciona y en parte busca otros rumbos (UPyD, Vox), frustrada por los errores de aplicación. Entre tanto, la memoria abertzale cobra consistencia, reforzada por el mensaje de falsa reconciliación que difunde el obispo Uriarte, bien ganado premio Sabino Arana 2014. Una y otra vez Rajoy no explica nada. Lo que es, es. En términos políticos, ¿piensa?