LUIS VENTOSO, ABC – 20/08/14
· Los separatistas ya advierten a los jubilados que habrán de sacrificarse por el proceso, y por ahí no pasa nadie.
Durante tres años largos, desde que iniciaron su fanática, despectiva, xenófoba y cansina campaña contra las leyes democráticas españolas, los independentistas han utilizado la técnica dialéctica de negar el principio de realidad. El Marlon Brando de este método interpretativo viene siendo Oriol Junqueras (y disculpen la comparación, tal vez un poco larga).
El asunto consiste en negar lo obvio con una tranquilidad santurrona, teatral. Con bonhomía impostada se intenta vender como plausible una utopía que abofetea la razón, que carece de base histórica, que se sustenta en el desprecio al vecino y, sobre todo, que empeoraría drásticamente la vida de todos. Si es negro, yo digo que es blanco. Ya se encargarán TV3 y los medios subvencionados de adoctrinar al vulgo. Los ejemplos se acumulan. Si la UE afirma que una Cataluña desgarrada de España sería expulsada, Junqueras mira al techo, y con la pedagogía fatigada de un profesor perplejo ante las barbaridades que dicen en Madrid, explica pausadamente que «eso no es así para nada».
Si las balanzas fiscales del Estado prueban que el cacareado robo no existe, los portavoces de guardia de la Generalitat desdeñan al minuto el valor de esos cálculos, aritmética infantil comparados con los del sabio local, el profesor Mas-Collet (una eminencia de fama mundial, sí, rescatada una y otra vez por el Tesoro español ante su incapacidad de cuadrar las cuentas). Si los Pujoles saquean a los catalanes, todo es una ladina maniobra del diabólico Cesid contra el proceso. Si se comenta que la independencia abriría durante generaciones una brecha de odio profundísima, Junqueras compone una sonrisa abacial y dice que «para nada», que será «una relación amistosa» entre dos pueblos que comparten enormes afectos.
Pero según afloran las flaquezas del proyecto, que hace aguas por todas partes, algún fontanero de la causa con un mínimo de honestidad intelectual se atreve a deslizar una pizca de verdad en el cuento de la lechera. Así, la portavoz de ERC acaba de reconocer con la boca pequeña que en la floreciente nueva república habría «al principio» gravísimos problemas de tesorería. En concreto, oh sorpresa, algunos meses los pensionistas y funcionarios no cobrarían sus nóminas. El proceso «no será un camino de rosas», por lo que pide «paciencia» al pueblo elegido durante la singladura a la tierra prometida. ¿Cuántos jubilados catalanes van comprar ese discurso? ¿Sin pensión por la causa? ¿Sin pan por un sentimiento? No se ha fabricado abuelo que acepte tal trato.
Entre todos hemos magnificado las posibilidades del envite separatista (con culpa estelar del PSOE, absolutamente medroso y acomplejado ante el nacionalismo). Pero el globo se va desinflando. Los catalanes que están con España desafían al régimen y empiezan a hablar en alto. El latrocinio de los Pujol ha destapado el rostro más mezquino del montaje: el clan del ideólogo del nuevo país ha estado vampirizando sus arcas públicas de manera sistemática. El resultado de Escocia, que permanecerá en el Reino Unido, añadirá otro rejonazo.
Pero lo que supondrá la puntilla para este absurdo es que los sentimientos se evaporan en cuando te vacían la cartera. Y mucho más, en Cataluña, que se distingue por el carácter industrioso de sus gentes y por su reconocida capacidad para saber, mi querido amigo, y con toda cordialidad, que al final, ay, la pela es la pela.
LUIS VENTOSO, ABC – 20/08/14