Santiago González, EL MUNDO, 19/10/12
La campaña electoral para la décima legislatura vasca ha sido plana y más bien sosa. Ha sido la primera sin ETA y eso no quiere decir sólo sin la habitual presencia de las actividades terroristas, incluso del asesinato de alguno de sus adversarios políticos, poner un muerto en la mesa como invitación a la reflexión en la jornada institucionalmente prevista para tan admirable y rara actividad. Recuerden, por citar un ejemplo, el del senador socialista Enrique Casas en la campaña del 84. En la de 1998 no hubo asesinatos, ni siquiera atentados simbólicos o incruentos. ETA había decretado la tregua de Lizarra y mantuvo lo que en el lenguaje perifrástico de los redactores de comunicados se llama «suspensión de actividades armadas». No ha tocado, pues, hablar de terrorismo. Es como si ETA no hubiera existido. Ni siquiera el caso Bolinaga ha estado presente en la campaña. No le han afeado al Gobierno la libertad del asesino y Bildu se ha guardado de sacarlo a saludar en alguno de los grandes mítines para encalabrinar a la peña. Salvo que lo reserven para el cierre de campaña. El asunto ha quedado tan lejos del río que su nombre sólo ha tenido protagonismo en el plante de los presos comunes de Valdemoro, que reclaman el mismo trato que el juez Castro había acordado a Uribetxeberria Bolinaga. Los reclusos han anunciado para la semana que viene lo que ya hizo sin preaviso el secuestrador de Ortega Lara: ponerse en huelga de hambre para reclamar la libertad provisional. Instituciones Penitenciarias ha dicho que no hay ningún motín y que la cárcel está tranquila. Sin embargo, han sometido a aislamiento al líder de la iniciativa, José Ignacio Rocha, que adquirió justa fama cuando trató de asesinar al abogado Rodríguez Menéndez. Había sido contratado para ello por la esposa de la víctima, Laura Fernández, condenada como inductora. Según constaba en la sentencia, la mandante prometió al sicario «50 millonesde pesetas, un reloj Cartier y un polvo». Qué gran momento para que alguien hubiera recordado al pistolero galante el chiste que anima el vídeo de campaña de los socialistas:«¿estamos a setas o estamos a Rolex?». No ha tocado hablar de ETA, y en el debate electoral del miércoles, no parecía que hubiera motivos para tratar el asunto. El propio lehendakari había desistido de usar el argumento de que ETA ha abandonado bajo su presidencia, sabiendo que no era una afirmación relevante desde el punto de vista electoral. Sin embargo, Basagoiti rompió el silencio tácito para recordar que la candidata de Bildu lo fue de Herri Batasuna en las europeas de 1987, cuando ETA perpetró la matanza de Hipercor, sin que se le escapara una sola expresión condenatoria: «Usted no tiene dignidad ni decencia». Laura Mintegi respondió que «si condenamos a ETA, ustedes querrán que condenemos las guerras carlistas». «Y eso sí que no», podría haber añadido. Hizo un flaco favor a Urkullu al decir que no están de acuerdo en lo económico, pero sí en lo nacional, cosa que negó el candidato del PNV. Mintegi quedó fuera del debate y Urkullu pasó a defender sus posiciones contra dos. Estuvo mal, nervioso y falto de recursos. A su lado, Patxi López parecía Emilio Castelar. Su negativa a explicar cómo tiene el soberanismo, pregunta que los candidatos del PSE y el PP le hicieron hasta 11 veces, lo dejó bastante en evidencia. Pero esto no tendrá influencia en la intención de voto, no vayan a creer que estos debates son como los de EEUU.
Santiago González, EL MUNDO, 19/10/12