EL CORREO 18/06/14
TONIA ETXARRI
Volvió a funcionar. La mayoría que se registró en el Congreso la semana pasada se volvió a dar ayer, con mayor porcentaje en el Senado, para aprobar la abdicación del Rey. Sin sobresaltos, con argumentos repetidos y con menos representación del Gobierno que la requerida en una ocasión calificada tantas veces de «histórica». Del consenso constitucional de ayer, la intervención del expresidente de la Generalitat, José Montilla, resultó la más aleccionadora a la hora de situar el epicentro del debate parlamentario. Ver al senador socialista, desde su grupo propio catalán, independiente del PSOE, contra argumentando a quienes, desde la izquierda, están utilizando la contraposición de Monarquía a democracia, con ejemplos de otras monarquías europeas tan avanzadas y democráticas, como Suecia, Holanda, Noruega o Dinamarca, revalidaba la lealtad constitucional de los socialistas.
Tal como se había comprometido, la semana anterior en el Congreso, Alfredo Pérez Rubalcaba. «La Transición creó las bases de un Estado democrático que hoy es libre y donde no hay otra soberanía que la de los ciudadanos», sentenció Montilla. Una declaración solemne de la que se encontraban a «años luz» los nacionalistas que, tanto en el caso del PNV como de CiU, siguieron mostrando el victimismo recurrente en este tipo de situaciones aunque sus mensajes se entendieran, ayer más que nunca, fuera de contexto. En ambos casos, cayeron en la paradoja de mencionar su sentimiento de exclusión (como queja de que no se les haya tenido en cuenta en pactos con otras fuerzas políticas , a la par que utilizaban esa exclusión como reclamación del «hecho diferencial»).
A CiU no le ata ya nada a una Constitución que no reconocen desde que el Tribunal Constitucional hiciera una interpretación restrictiva de su estatuto reformado. Y Bildarratz, del PNV, exhibió un desapego histórico de los vascos a la Carta Magna de 1978. En efecto, se abstuvieron 859.427 ciudadanos. De los 642.396 que acudieron a las urnas, 479.205 dieron su voto afirmativo. Cálculos electorales aparte, a estas alturas y con el paraguas que ha dado la Carta Magna a los derechos históricos, todavía el PNV sigue mirando el retrovisor. Y si «los derechos históricos forales» están recogidos en la disposición adicional primera, es porque fueron propuestos por el PNV en las negociaciones secretas en las que participó y de las que sus actuales dirigentes se empeñan en no recordar.
El argumento utilizado por quienes quieren darle la vuelta a la Carta Magna porque los jóvenes de treinta años no la votaron , volvió a topar con los ejemplos internacionales. La Constitución americana con sus 250 años, la alemana, en vigor desde 1949 o la francesa desde 1958. Que no somos súbditos. Somos ciudadanos. Pues, claro. Eso lo sabe el Rey, que reina pero no gobierna. Amaiur alegando que la Constitución no obtuvo el refrendo necesario y, desde UPN recordando cómo se las gastaba ETA en aquellos años, contra la democracia y la libertad.
Todo está dicho y redicho. Por mucho que algunos crean que la historia empieza con su primera intervención parlamentaria. Es la primera vez que una Monarquía es refrendada por una Cortes generales. Un acto de «republicanismo» (porque la ley está por encima de las voluntades individuales) . Pero con argumentos preconcebidos lo único que cabe esperar es que el relevo en la Corona siga su cauce.