Otros golpes determinantes, como el de Mikel Antza en 2004, no lo fueron, porque la negociación mantuvo intacta la legitimidad de ETA entre los suyos y la fe de los terroristas en su capacidad. Aún lo creen. Tuvieron al Gobierno tres años a su disposición. Y esperan una nueva adaptación del show.
El espectáculo de la comparecencia Zapatero contra «Txeroki», es un golpe determinante para ETA, es como el de una imaginaria Bibiana Aído anunciando una ley contra el aborto, es un gran avance para el progreso, por ejemplo. Con la misma convicción con la que defendió la negociación con «Txeroki», con el mismo entusiasmo con el que anunció una nueva ley del aborto. Lo que demuestra que nuestro presidente es, ante todo, un showman, un hombre que interpreta un papel, adaptado al público en cada actuación. Y es un buen showman, se mete de lleno en el papel, se cree el perseguidor número uno de ETA en sus últimos números. Sin rubor, sin el más mínimo asomo de vergüenza por contradecir su propia política antiterrorista de toda una legislatura.
Cuesta creer que Zapatero crea ahora en la derrota de ETA. Más que nada porque en ningún momento explicó su cambio de ideas. Los shows no se explican, se interpretan. Y ahora interpreta la derrota policial del terrorismo. Con los mismos argumentos que usamos quienes rechazamos su negociación. Con ellos ha construido su nuevo guión. Con los que decían que la detención de los cabecillas lleva a ETA a su fin. Que ETA está más débil cuando la policía actúa. Que la lucha policial es una gran contribución a la libertad y a la democracia. Que la solución policial es determinante contra el terrorismo.
Y lo será, si tenemos la suerte de que el showman no cambie de nuevo el papel. Lo que podría ocurrir en cualquier momento. Si las circunstancias y el estado de ánimo del público cambian. Como atinadamente recordaba ayer Rogelio Alonso en la Tercera, este golpe contra ETA es y será determinante únicamente si no se legitima de nuevo a ETA con otro proceso de negociación. O de diálogo. O de acercamiento a los batasunos. Da lo mismo el nombre. Otros golpes determinantes, el de Mikel Antza en 2004, por ejemplo, no lo fueron, porque la negociación mantuvo intacta la legitimidad de ETA entre los suyos y la fe de los terroristas en su capacidad de doblegar al Estado.
Aún lo creen. Tuvieron al Gobierno tres años a su disposición. Y esperan una nueva adaptación del show.
Edurne Uriarte, ABC, 19/11/2008