Ramón Pérez-Maura-ABC
No hay la mínima dignidad profesional que debería haber en la profesión para rechazarser lamerrabeles
«Mariano el del plasma» llamaban algunos incisivos colegas a Mariano Rajoy cuando pronunciaba discursos en los que no admitía la presencia de periodistas. Supongo que todos ellos le están dando las gracias hoy en su fuero interno. Al menos allí había una declaración y se podía transmitir o no. Hoy, como se demostró ayer en La Moncloa, los periodistas hemos quedado reducidos a la misión de transmitir imágenes de un apretón de manos. La comparecencia de un jefe de Estado como el presidente de la República Argentina y un jefe de Gobierno como Sánchez no amerita dar la palabra a los periodistas. Nunca antes habíamos visto el paso por La Moncloa de un jefe de Estado al que no se
le podía preguntar y con él al presidente del Gobierno. Con varios predecesores de Sánchez era la única ocasión segura poder hacer preguntas. Ya ni eso.
En los últimos meses la Asociación de la Prensa de Madrid ha emitido varias notas de protesta sobre comparecencias del presidente del Gobierno en las que sólo se permitía la presencia de reporteros gráficos o en las que no se admitían preguntas o éstas eran limitadas a sólo dos cuestiones que debían ser pactadas antes por todos los periodistas. Como recuerda la APM, «los periodistas y los medios tienen la función de mantener informados a los ciudadanos en cumplimiento del mandato constitucional a la información». Pero la vigente constitución le sirve a este Gobierno para el aseo de lo que ustedes pueden imaginarse. Otras organizaciones profesionales como Reporteros sin Fronteras no han hecho una declaración oficial sobre esta frontera al periodismo que tenemos en nuestro propio país, pero el presidente de la organización, Alfonso Armada, declaraba ayer a ABC que «no se compadece con un Gobierno que se dice progresista y transparente que celebre ruedas de prensa con cuentagotas o sin admitir preguntas».
Pero la realidad es muy otra cuando se ve en qué se traduce la exigencia de transparencia de las organizaciones profesionales. La APM lleva meses promoviendo el lema #sinpreguntasnocobertura. Y los primeros que lo ignoran son los perjudicados por la opacidad del Gobierno.
El pasado lunes, en el 10 de Downing Street, se celebraba una rueda de prensa sobre las negociaciones con la UE. Al llegar, los periodistas se encontraron con que un pequeño grupo era excluido de entrar a la cita por el director de comunicaciones del primer ministro, Lee Cain. ¿Qué hizo el resto? Saludó y tomó el portante. Todos y de todos los signos políticos. No se quedaron ni los compañeros de Boris Johnson en «The Daily Telegraph», diario en el que ha hecho su carrera política como corresponsal en Bruselas primero y como columnista después. No hubo rueda de prensa.
En España, a pesar de cómo patea La Moncloa la libertad de prensa y pese a que la APM ha promovido el mentado lema #sinpreguntasnocobertura la realidad es que los medios siguen sometiéndose a la humillación de acudir a actos en los que siempre ha habido preguntas, pero que ahora son comparecencias mudas. No hay la mínima dignidad profesional que debería haber en la profesión para rechazar ser lamerrabeles. Aquí puede haber un secretario de Estado de Comunicación que descalifica la insistencia de los profesionales por hacer preguntas y no arde Troya. Me gustaría ver si la actuación de los medios hubiera sido la misma con portavoces como Miguel Ángel Rodríguez, Pío Cabanillas o Íñigo Méndez de Vigo.