Florencio Domínguez, EL CORREO, 10/10/12
En 2003, los profesores de la Universidad Complutense María Teresa López y Alfonso Utrilla realizaron un estudio sobre el sistema vasco de la Seguridad Social y establecieron una proyección que llegaba hasta 2010. Aquella investigación preveía un déficit creciente que en el año final del estudio, 2010, se situaría en 525,3 millones de euros. Esa era la diferencia estimada entre la recaudación que se obtendría en el País Vasco por las cotizaciones y el gasto en pensiones. Dos años después del horizonte contemplado en aquel trabajo la cifra de déficit es considerablemente más alta y supera los 700 millones anuales, que se cubren gracias a las transferencias procedentes de la caja única de la Seguridad Social.
El catedrático de la UPV-EHU, Felipe Serrano, un buen conocedor de los entresijos de los temas relacionados con la Seguridad Social, abundó ayer en la idea de la inviabilidad de la transferencia de la caja única por el déficit que acarrea, que sólo puede cubrirse gracias a la solidaridad de los cotizantes del resto de España. Aunque siempre puede buscarse la cuadratura del círculo, como hizo el PSE en 2004 con un proyecto de reforma del Estatuto que contemplaba mantener la caja única, pero transferir la gestión del gasto. O sea, que los cotizantes del resto de España siguieran poniendo el dinero para que las instituciones vascas decidieran cómo gastarlo.
El problema de la sostenibilidad de las pensiones –tema por el que Patxi López hace tiempo que viene expresando su preocupación– está ocupando buena parte del discurso de la campaña electoral. Es un asunto relevante por su alcance social y que, además, ha cambiado radicalmente el foco del debate soberanista.
La discusión sobre el independentismo, en el pasado, era una discusión de naturaleza esencialista: se polemizaba sobre derechos históricos, sobre la prehistoria, el ser de los vascos, la nación o los títulos jurídicos de la autodeterminación. Ahora, en cambio, el debate se ha hecho más concreto y más cercano a los intereses inmediatos del ciudadano. Discutir sobre la independencia ya no equivale a bucear en el pasado en busca de la soberanía originaria perdida, sino que, entre otras cosas, es hablar de las pensiones, algo que afecta personal y directamente a más de medio millón de vascos que cobran su retiro todos los meses de la Seguridad Social.
El debate ha pasado de las musas al teatro, del espacio de la ideología al terreno prosaico de la vida. En buena parte, ello ha sido debido al reflejo de la reciente radicalización soberanista catalana. La argumentación de aquellos nacionalistas ha estado basada en la exposición de supuestos agravios de naturaleza económica y, por tanto, la discusión se ha orientado hacia la economía. Los catalanes, al hablar de soberanía hablan de euros, mientras aquí hablábamos del significado de los montes bocineros
Florencio Domínguez, EL CORREO, 10/10/12