Con sus atrabiliarias actuaciones legales, el Gobierno ha pateado el avispero político hasta dejarlo hecho añicos. Ha llevado al Congreso, al zorombullón, una gran cantidad de leyes cuyos resultados comprobaremos más adelante. Con la masiva utilización de las proposiciones de ley se ha saltado todos los controles y con su rodillo parlamentario ha aprobado lo que nunca nadie sospechó que se pudiera aprobar. Primera conclusión, urge modificar la ley electoral. ¿Cómo es posible que ni uno solo de los diputados socialistas se haya apartado de las instrucciones de voto, cuando son numerosos e importantes los que sin ser diputados se muestren en contra? ¿Cómo es posible que todos los diputados socialistas, sin excepción, en el Parlamento de Castilla-La Mancha se rompan las manos aplaudiendo al presidente Page y ni uno solo de sus colegas en Madrid haya votado en contra de las aventuras sanchistas? ¿Tendrá algo que ver con tan sorprendente comportamiento el hecho de que a unos los elija Page y a otros los seleccione Ferraz?
Algunos efectos los estamos viendo, como los provocados por el artefacto del ‘solo sí es sí’ en forma de rebaja de penas al por mayor y excarcelaciones al detalle de las personas a las que supuestamente pretendía aislar. Pero, nada, aquí nadie es responsable del desaguisado, nadie responde y nadie dimite (Dimitir: verbo completamente en desuso, que significa ‘renunciar, hacer dejación de algo’). Otra maravilla. Algunos partidos que han aprobado los nuevos impuestos o no los van a aplicar en sus áreas de influencia (PNV) o están seguros de que los tumbarán los jueces (PDeCAT, por ejemplo). Unos jueces que reciben más insultos que un árbitro de regional. El jueves, el hecho de que un partido acudiera a ellos en busca del amparo que la ley faculta fue considerado por el presidente como la mayor afrenta a la democracia desde los tiempos de Pericles.
El tema catalán centró buena parte del lío. El Gobierno insiste en que, gracias a su política de apaciguamiento, la situación en Cataluña es mucho mejor ahora que en 2017. Algo que solo puede ser cierto, si es mentira lo que dicen los agraciados en el sorteo legal. Porque ERC, tras marcar tres goles por toda la escuadra al Estado en el primer tiempo -los indultos, la desaparición de la sedición y la cosa rara esa en que ha quedado resumida la malversación-, ha anunciado en el descanso del partido que piensa meter dos goles más -la amnistía y la autodeterminación- en el segundo tiempo. El PSOE asegura que no habrá referéndum de autodeterminación, pero, ¿cómo hacerlo tras el rosario de trolas que nos ha contado? Cataluña está mejor. Ya, ¿pero en qué tema? Desde luego, en la economía no y en la cordura y el sosiego partidista tampoco. ¿Y cómo estará mañana cuando aprovechando las rebajas de enero insistan en convocar un nuevo referéndum, que no se ha penalizado, en el que el asalto a las instituciones y el acoso a los policías serán pequeños desórdenes y el pagarlo todo con cargo a las partidas presupuestarias que tengan más a mano será una actuación casi caritativa?
El Gobierno dice que el ‘procés’ ha terminado. Ya, eso se dice desde los tiempos de Pau Claris y el Conde Duque de Olivares.