ABC-LUIS VENTOSO

Propone solventar el envite separatista con más munición

EL sábado, a las 8.30 de la tarde, vi el arranque del informativo de una televisión privada. Destacaban en titulares un grotesco acto de exaltación independentista en un pueblo de Cataluña. En las imágenes, el máximo representante del Estado en la comunidad autónoma, el presidente Torra, encendía tronchándose de risa la mecha de un cañón engalanado con el lazo amarillo. Para encontrar a un mandatario haciendo el ridículo con tal facundia y entusiasmo habría que viajar hasta la Filipinas del delirante Duterte, o a las surrealistas satrapías africanas. A continuación, Torra pronunció un discurso en una plaza empapelada con propaganda golpista. Fue una soflama contra España y sus leyes, en la que llamó «presos políticos» a los sediciosos y definió como «exiliados» a los insurrectos cobardones que tras ser derrotados por el Estado se fugaron de madrugada a Bruselas (dejando a los suyos tirados como colillas). Por supuesto repitió su amenaza diaria: la independencia es irrenunciable y vamos a por ella.

Después, a las nueve, vi el «Telediario» de la flamante TVE plural y liberada por decreto. Ni rastro de las imágenes de Torra prendiendo el cañón del lazo amarillo. Solo un resumen templado y brevísimo de sus palabras. Ese tratamiento informativo –o más bien desinformativo– resume la estrategia de Sánchez ante los separatistas: mirar a otro lado, tratar de esconder al yeti debajo de la alfombra, proclamar que el conflicto se debe a la terquedad retrógrada de Rajoy y que ahora todo se arreglará dialogando. Pero un presidente español, aunque sea provisional y no votado, no puede ceder ante quien solo entiende como «diálogo» que le dejen romper España. Así que la estrategia felona de Sánchez (tragar con que se escupa a su nación a cambio del apoyo separatista) ya empieza a hacer agua. Los desmanes de Torra, que es un fanático xenófobo y no lo oculta, han llegado a un nivel que el presidente no votado se ha visto forzado a pedirle con melindrosa cortesía que sea bueno, o podría caer otro 155.

El talón de Aquiles de Sánchez es que no está en disposición de embridar a los separatistas, toda vez que son ellos quienes permiten que Begoña pernocte en La Moncloa. Es rehén de un dilema irresoluble para él. Ayer, en una entrevista en una radio amiga, ofreció su solución: un referéndum para dar a Cataluña «más autogobierno, pero no la autodeterminación». Propuesta estéril, porque los separatistas no se conformarán con esa oferta, y también nociva, pues solo serviría para regalarles más munición, más «estructuras de Estado». El PSOE siempre ha pecado de un entreguismo acomplejado ante quienes detestan a España. Más autogobierno no sosiega a los nacionalistas, solo les da alas. La actual crisis no deriva de una falta de competencias de las regiones, sino de lo contrario, de un exceso de cesiones, como la educación, que han provocado un creciente extrañamiento respecto a la idea de nación española.

Sánchez, que por algo perdió por goleada dos elecciones generales consecutivas, propone evitar más fuegos regalándole al pirómano un bidón de queroseno y un detonador. Un fenómeno.