Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo

Nadie que valore mínimamente su prestigio y el cariño de los lectores debería escribir un comentario como este. Cuenta una realidad que nadie quiere ver y pone el dedo en una llaga que nadie pretende curar. Es decir, es una auténtica y lamentable pérdida de tiempo. El titular se pregunta si las pensiones españolas son o no generosas. Cualquiera que haya seguido las manifestaciones que se celebran los lunes, antes de que se subieran un 8,5% este año, sabe que no lo son, que son una porquería. Bueno pues veamos unos datos.

Generosas ¿comparadas con qué? Si lo hacemos en valor absoluto y las enfrentamos con el coste de la cesta de la compra es obligado convenir que las pensiones mínimas son bajas y parten a la pelea contra el supermercado con escasas esperanzas de triunfo. Si nos fijamos en el esfuerzo que realiza el país para pagarlas y miramos al exterior para ver lo que hacen en el entorno, las cosas se ven de distinta manera. Nosotros dedicamos al pago de las pensiones el 12,3% del PIB, es decir, de lo que más o menos producimos. Los países de la OCDE dedican de media el 8,9% y los de la Unión Europea el 8,5%. Francia e Italia suponen casos extremos y contrarios con un 14,8% y un 15,4%, respectivamente.

Hay otra manera de analizar el nivel de generosidad del sistema que consiste en comparar las tasas de sustitución, es decir, el porcentaje que supone la primera pensión recibida cuando se entra en el sistema con respecto al último de los salarios percibidos cuando se estaba en activo. Bueno, pues para un salario medio la tasa de sustitución en España es del 72,3%, que se compara con ventaja con el 49% que alcanza en la OCDE y con el 52% de la Unión Europea. Los que piensan que el sistema es una birria deberán convenir que en esto de las birrias nos ganan los vecinos con gran soltura.

¿Deberíamos ser más generoso? Sin duda. ¿Podemos ser más generosos? Eso es ya más difícil de contestar, pues nos obliga a revisar las cuentas del sistema y calibrar su sostenibilidad. Ya sé que eso da mucha pereza, pero es necesario y como es domingo tenemos más tiempo…

Vamos a ello. Ya sabe de sobra, porque damos la chapa con esto muy a menudo, que el sistema español es deficitario, es decir, que sale más dinero de la caja para pagar las pensiones que el que entra procedente del cobro de las cotizaciones, lo que obliga todos los años a trasvasar dinero desde los presupuestos públicos. Algo perfectamente justificables porque el sistema carga con algunos gastos que no son ‘propios’ al cubrir pensiones, necesidades más bien, de personas que no contribuyeron nunca.

Cuando en 2018 llegó al Ministerio de la Seguridad Social la actual, y reprobada, presidenta del Consejo de Estado, la señora Magdalena Valerio, nos prometió que gracias a sus reformas el sistema alcanzaría la estabilidad en los 2022 o 2023. Nadie la creyó en su día y lo cierto es que no lo ha hecho y eso a pesar de que el ministro anterior, José Luis Escrivá, volvió a hacer una reforma que endurecía con severidad las cotizaciones, y así las del año 2023 proporcionarán un 38% más de ingresos que las de 2018, es decir 43.000 millones más. A pesar también de que desde 2019 se han trasvasado de los Presupuestos Generales del Estado 53.000 millones de euros, sin contar con los 20.000 millones extras del año 2020 para paliar los daños de la pandemia. Unos ‘ingresos’, que podríamos denominar ‘impropios’, dirigidos a cubrir los gastos ‘impropios’ asumidos.

Pues todo ese descomunal esfuerzo financiero ha sido insuficiente y el agujero en lugar de desaparecer es ahora más grande. El Gobierno nos dice que se cerrará en 2026, pero hay que tener una fe en él tan grande como la de Santos Cerdán para creerle. ¿Por qué? Pues porque en la vía de los gastos seguirá activa la generosidad (objetiva) de las revalorizaciones por razones políticas -a ver quién es el guapo que se atreve a retocarlas o simplemente a no actualizarlas por completo-, y por la de los ingresos porque el aumento de la presión sobre las cotizaciones tiene un límite, que es el encarecimiento excesivo del empleo que puede llegar a dañarlo seriamente.

De momento, la OCDE calcula que hasta 2050 se ampliará el porcentaje destinado del PIB en 1,1 puntos, mientras que la AIReF califica de ilegales los presupuestos y critica la senda de consolidación de las cuentas públicas.

Estaba avisado. Este comentario es una perfecta inutilidad. Si fuera mi jefe, no me lo pagaba…