Del Blog de Santiago González
La ministra portavoz tiene una virtud que ni sus más encarnizados oponentes podrán negarle: cualquiera que comparezca junto a ella queda ennoblecido intelectualmente en el momento. Eso pasó con Luis Planas, que así a ojo parece uno de los pocos ministros políticamente alfabetizados de su cuadrilla. Al ministro de Agricultura le asistieron la sintaxis y la razón en su propuesta para que los parados, extranjeros cuyo permiso de trabajo termine antes del 30 de junio y jóvenes inmigrantes entre 18 y 21 años puedan ser contratados para recoger las cosechas. Un plan E con fundamento.
“Somos tendentes a hacer las preguntas de ayer con las respuestas de hoy”, dijo, aunque en su caso es al revés: es ella la que daba respuestas de antes de ayer a las preguntas que le hacían ayer, en la rueda de prensa, en la que los periodistas podían preguntar con su propia voz y sus palabras, no mediatizados por el filtro de M.A.O. Eso descolocaba a la portavoz y al mismo Oliver, que anunció al final: “nos quedan dos turnos de preguntas” cuando debió decir “dos preguntas”. La portavoz, pronunciación aparte, parece inspirarse en el personaje de Susan Vance en ‘La fiera de mi niña’: no hay manera de entenderla por mucho que ella se extienda al responder a las preguntas. Está en todas las posiciones al mismo tiempo; no hay manera de someterla al principio de falsación de Popper.
Libertad Digital quiso ponerla ante un hecho: Fernando Simón, desaconsejó el uso mascarillas sanitarias por carecer de sentido para gente sana. Cualquiera diría que la foto de Sánchez en su visita del viernes a la fábrica de respiradores de Móstoles, con sus guantes de latex, como la ministra de Educación en la pancarta del 8-M, y con su mascarilla, era una desautorización solemne del pobre Simón, pero la portavoz no comparte esa opinión. Deducir de ahí que los españoles deban llevar mascarillas “sería especular”.
¿Y lo del presidente? Muy sencillo, el presidente sale cuando la población está confinada, “atendiendo a la recomendación concreta de los técnicos sanitarios”. O sea, los expertos, aunque no deba tomarse la expresión en sentido muy estricto. Pasa por experta Leire Pajín, no digo más. Aparte, la ministra Montero incurrió en el mismo ejercicio de alteridad que la otra Montero, tan callada en estos días: ellos actuaron “cuando las autoridades nos han dicho”. Las autoridades, dice una tía que es ministra de Hacienda y portavoz de un Gobierno. Nos falta oír a Sánchez argumentar: “yo soy un mandado”. Estuvo cumbre al ser preguntada por el desajuste en el número de fallecidos en Castilla-La Mancha, desautorizado por el TSJC-LM. Al decir que el Gobierno impartió las mismas instrucciones a todas las Comunidades, en realidad está diciendo que el número total de muertos por la pandemia puede ser el doble o el triple.
Por otra parte, los Pactos de La Moncloa se ha revelado como otro sintagma talismán, otra ocurrencia huera de Redondo. Su mera invocación exime de cualquier razonamiento sobre la predisposición al diálogo del líder, pero La Moncloa tiene líneas rojas: deshacerse del pacto con Podemos que proponía FAES es la principal.