Alberto Ayala, EL CORREO 20/12/12
La geometría variable a la vasca arranca con un vencedor, Bildu, y un perdedor, el PP, por decisión del PNV y de los socialistas.
La Euskadi política se estrenó ayer en el juego de la ‘geometría variable’ –ya saben, acuerdos entre diferentes según los distintos asuntos– con un resultado absolutamente dispar para los cuatro protagonistas. El PNV y los socialistas tenían en su mano determinar si la Diputación de Álava (en manos del PP) y la de Gipuzkoa (que dirige la izquierda abertzale) tendrán o no Presupuestos en 2013.
El desenlace: sonrisas y lágrimas. Cara para el gabinete de Martín Garitano, que sí dispondrá de cuentas el próximo año gracias al pacto Bildu-PSE; cruz para el popular Javier De Andrés, que se verá obligado a prorrogar las del presente ejercicio al fracasar en su intento porque los jeltzales votaran ‘sí’.
Distinto rasero
De esta forma, el interesado llamamiento del nuevo lehendakari, Iñigo Urkullu, y del PNV a las restantes fuerzas políticas para hacer posible que todas las grandes instituciones vascas dispongan de presupuesto en 2013 se viene abajo a las primeras de cambio. Falta por conocer cuales serán las consecuencias para las dos instituciones, Diputación de Bizkaia y Gobierno vasco, que dirigen en minoría los peneuvistas, y razón última que movió a Sabin Etxea a plantear el pacto a cuatro bandas.
El PSE no tuvo demasiadas dificultades para argumentar el porqué del distinto rasero con el que ha medido los números de los herederos de Batasuna y los del PP. Garitano le ha aceptado en Gipuzkoa enmiendas por valor de 10 millones, lo que no ha ocurrido en Álava con el PP. «Nunca nos vamos a fijar con quién acordamos, sino qué acordamos», dijo el líder socialista Patxi López ayer por la mañana en ETB-2, obviando la evidente contradicción que supone mantener esta posición en Euskadi y el veto de Rubalcaba a compartir una simple firma en un recurso con Amaiur en el Congreso de los Diputados.
Lo del PNV es bastante más complicado. Los jeltzales habían visto aceptadas por De Andrés sus 63 impugnaciones parciales a las c uentas alavesas. Aun así, Sabin Etxea solo autorizó ayer a sus junteros a abstenerse en la votación de totalidad, lo que implicaba el rechazo del Presupuesto, en lugar de permitirles votar ‘sí’, lo que hubiera significado que Álava disponga de cuentas en 2013, más o menos parcheadas desde la oposición.
Con esta actuación resulta todavía más evidente que el PNV sigue instalado en la estrategia que diseñó meses atrás. Estrategia consistente en lanzarse a gobernar en solitario en minoría y tratar de sobrevivir con pactos variados para no ‘mancharse’ demasiado con ninguno en particular. Con la izquierda abertzale no toca ahora porque es el gran rival por el liderazgo en el campo abertzale. Con los socialistas tampoco porque eso sería dar armas políticas a Bildu. Y con los populares, simplemente no da la suma para disfrutar de una legislatura cómoda, así que mejor desgastarse lo mínimo imprescindible.
El dilema de Basagoiti
Ahora, en lo inmediato, habrá que ver si el PP se atreve a devolver el bofetón político que le propinó ayer el PNV y vota ‘no’ a las cuentas de José Luis Bilbao, como han venido amagando Antonio Basagoiti e Iñaki Oyarzábal en los últimos días. O si al final se arrugan, optan por la abstención y permiten que Bizkaia tenga cuentas. Gratis, por mero sentido de la responsabilidad dado el delicado momento que vivimos, lo que ningún otro partido ha tenido en cuenta a la hora de decidir. O previa compensación, por ejemplo propiciando que el tercer senador vasco que debe designar el Parlamento de Vitoria sea del PP (el PNV y Bildu tienen garantizado uno cada uno), en lugar de jeltzale o socialista.
La siguiente incógnita, el destino que correrán los primeros Presupuestos de Urkullu, no se resolverá hasta marzo. Eso sí, o se mueven los jeltzales, bajan al barro y aceptan parte de las demandas del PSE en clave de reforma fiscal, o ya pueden ir preparándose para el correspondiente coscorrón político.
De momento pensar siquiera en pactos de país frente a la crisis, como reclamó Urkullu en su investidura, suena a película de ciencia ficción si no directamente a humorada.
Alberto Ayala, EL CORREO 20/12/12